Hombre en llamas

Hombre en llamas
Hombre en llamas. Orozco, J.C. Algunos críticos interpretan el mural como una glorificación de los cuatro elementos, otros ven en cada una de las figuras una simbología inherente al hombre mismo: el hombre teológico (que simboliza la tierra), el cual despierta en el mundo y convierte en dioses los fenómenos naturales que no comprende; el hombre metafísico (que simboliza el viento), el cual empieza a tener conciencia, reflexionando sobre la realidad del mundo; el hombre científico (que simboliza el agua), el cual analiza los fenómenos, los objetos, penetrando con su razón en sus esencias. Finalmente el hombre de fuego que debería simbolizar a Prometeo, el que rebelándose a los dioses entregó a los hombres la chispa del fuego, la cual representa al mismo tiempo la razón y la libertad. Así el hombre, ya libre, crea las artes en su constante lucha de superación; el hombre hecho fuego de pasiones, de anhelos de conquistas, pero sobre todo dueño de su vida, de su destino y de sus decisiones.

domingo, 15 de mayo de 2016

RESUMEN DE SITUACION PARA DESARROLLAR UNA ESTRATEGIA

Carecer de una caracterización de lo que sucede en el mundo es una falla metodológica que se agudiza en el contexto actual, de crisis excepcional.
La situación mundial actual, es aún más grave que la de 2008.
 En aquel momento había "un endeudamiento privado fabuloso para financiar el consumo... el rescate de bancos y empresas (generó) "un endeudamiento público sin precedentes". España, por ejemplo, pasó de una deuda equivalente al 40 por ciento de su PBI a otro superior al 120 por ciento de ese producto.
 Los Estados se endeudaron para rescatar los sistemas financieros, al tiempo que quebraron en casi toda Europa los llamados sistemas de bienestar social. En el ejemplo español, la desocupación trepó al 24 por ciento.
"Lo más interesante es que ninguno de esos ajustes alivió la carga mundial de la deuda". (VER TEXTO ANEXO 1)
¿Por qué la situación es hoy peor que en 2008?: un informe del Banco Internacional de Basilea (llamado "el banco central de los bancos centrales") indica que "los recursos financieros y políticos usados en 2007 para rescatar, hoy no se podrían usar porque se encuentran agotados".
 Existe,una enorme crisis sistémica de sobreproducción. China, por ejemplo, produce ella sola acero suficiente para atender la demanda de todo el mundo. "Las crisis de sobreproducción -añadió- producen una distorsión estadística, porque todo lo que se produce es considerado parte del PBI. Pero cuando se produce en exceso hay una desvalorización del capital que lo produce y de las mercancías producidas (...) lo que hoy se discute en Grecia es si se sale mediante una hambruna general para mantener el valor de los capitales o si se producirá una gigantesca desvalorización de capitales para reanudar el proceso productivo sobre una nueva base, que nadie, sin embargo, vislumbra". Esto, concluyó, "en términos históricos y sociales es un colapso que traerá grandes rebeliones y crisis políticas internacionales". (VER TEXTO ANEXO 2)
 Argentina
 Este contexto histórico se encuentra ausente en el debate polìtico.

La crisis mundial se manifiesta en nuestro país "en desequilibrios monumentales".
A modo de ejemplo,un solo dato: la deuda del Banco Central es igual al total de los depósitos a plazo fijo. "Y como el Estado no le va a pagar al Central y el Central no le va a pagar a los bancos, estamos en una situación como la previa a la crisis de la convertibilidad".
 La salida a este estado de cosas "la discuten los grupos económicos, los grandes intereses, pero no está en la agenda del debate polìtico. Los principales de los partidos patronales, "siguen la línea de la devaluación y el tarifazo para corregir esos desequilibrios; es decir, una nueva tentativa de descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores".

Liberalización como proyecto

En el medio plazo se propone la vuelta a la liberalización, buscando inserción en la Alianza del Pacífico y toda forma de privilegio al libre comercio y promoción de la seguridad jurídica de las inversiones externas.
La “seguridad jurídica” significa lineamientos políticos, económicos, legales que aseguren ganacias extraordinarias a expensas de la clase trabajadora; significa flexibilización laboral, reducción del costo laboral.
Convalida un modelo productivo dependiente de la dominación de los capitales transnacionales y la subordinación a la lógica hegemónica del capitalismo mundial.
Supone un país proveedor de materias primas, principalmente soja, con una industria de ensamble, ejemplo de las automotrices, y dependiente, junto a un espacio favorable a la especulación financiera, entre plazos fijos, compra venta de dólares o inversiones en la bolsa.
 Una realidad excluyente socialmente, poco propicia para hacer realidad el objetivo de pobreza cero planteado hacia 2019.
Por eso no sorprendieron las aceleradas negociaciones en EEUU para saldar el conflicto con buitres y justicia neoyorkina, favoreciendo el retorno a los mercados mundiales de préstamos.
Claro que en un momento no favorable para países como la Argentina, ya que la política monetaria y financiera de EEUU, con la suba de la tasa de interés, disputa el destino del capital mundial.
No alcanza con buena letra política, especialmente en momentos de crisis de la economía mundial, con apreciación del dólar contra las demás monedas y por ende, coincidiendo en la baja del precio de las commodities, especialmente de la soja.
Argentina y la región solo interesan al capital mundial en tanto fuente de rentabilidad.
Los capitales hegemónicos y los principales ámbitos de decisión mundial, como los gobiernos de los principales países capitalistas y los organismos internacionales, pueden apreciar el sentido político de las definiciones gubernamentales de la Argentina, lo que no significa viabilizar condiciones económicas para la superación de los actuales problemas.
El proyecto liberalizador habilita la posibilidad para negocios del poder económico y augura fuertes restricciones a la satisfacción de amplias necesidades de una parte mayoritaria de la sociedad argentina.
En el horizonte mediato figura el mayor endeudamiento público y privado; la consolidación de una orientación hacia el monocultivo sojero y el extractivismo mega minero y petrolero (fracking), que solo será posible si se conceden beneficios especiales a las inversiones externas necesarias para su materialización.
La baja mundial del precio del petróleo induce el ajuste de las petroleras en sus proyecciones sobre hidrocarburos no convencionales, poniendo en duda la viabilidad de los proyectos locales.
Solo con concesiones gigantescas podrán llegar inversiones y préstamos a la Argentina.
De este modo, el consenso político para el cambio de gobierno se desgastasta ante la ausencia de respuestas integrales en términos de calidad de vida de la mayoría de la población.

Inflación y paritarias

Entre las que están en curso, remitimos a los cambios de los precios relativos generados desde la devaluación, con importante peso en la evolución de la inflación.
si conocemos del alza de precios de los alimentos y medicamentos, entre otros rubros, asociados a la discusión por incrementos asegurados de los combustibles y los automotores. Ni hablar de la corrección de las tarifas, más allá de la “tarifa social” para una minoría de la población.
¿Cuál será el precio de la fuerza de trabajo? Es un tema urgente en el debate paritario, que tiene a los docentes como testigo en el comienzo de año.
. Por más que se pretenda, no solo existe iniciativa política en el poder, sino también capacidad de acción en las clases subalternas.
La distribución del ingreso es parte de la batalla en estas horas. Claro que la quita y disminución de retenciones jugó a favor de la rentabilidad de un núcleo pequeño de la cúpula, generando réplicas para arrancar compensaciones hacia los ingresos populares.
No hay duda que las medidas monetarias financieras asumidas y las correcciones fiscales vía reducción de retenciones y subsidios tarifarios, definen una redistribución regresiva de recursos económicos desde la mayoría de la sociedad al sector más concentrado del capital.
“El salario mínimo consagra la pobreza para millones de trabajadores”. “Los $ 6 mil que se percibirían hasta agosto del 2016 no llegan al 50% de la canasta familiar, que la Universidad de Rosario calculó en más de $14 mil y que conquistaron los trabajadores aceiteros en sus paritarias”.
Qué debe cubrir el mínimo 
El salario mínimo, asociado legalmente al concepto de canasta familiar, ha pasado a ser en los hechos un ingreso por debajo del nivel de pobreza, del que están excluidos, además, los trabajadores rurales, el personal doméstico y, de hecho, casi un 50% de la masa laboral entre trabajadores en negro, monotributistas individuales y "sociales".
 El Consejo del Salario, bajo dominio del Estado y las asociaciones que constituyen el 100% del empresariado y con el visto bueno de la burocracia sindical, jamás abordó, en la "década ganada", el trabajo en negro. Tampoco la actualización del seguro de desempleo, que está congelado desde 2006 en 400 pesos mensuales.

Se debe exigir un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, tal como lo exigieron los aceiteros.
“Esto salda el debate sobre los indices de pobreza porque con un salario mínimo de 6 mil pesos, millones de trabajadores estarán por debajo de la canasta básica”. “Al mismo tiempo, el 40% de los trabajadores que se encuentran en negro y precarizados no recibirán siquiera este importe”.
 La devaluación y el tarifazo, además, "son una salida falsa" que acentùa los desequilibrios que se proponen combatir

Otro horizonte para la producción y el consumo

Las viejas penurias se potenciarán con las nuevas, lo que impone discutir la posibilidad de otro horizonte para la economía, la producción, el consumo y el desarrollo.
A cuarenta años del golpe genocida de 1976, el programa de máxima de las clases dominantes se abre camino, definiendo la ofensiva del gran capital sobre el trabajo, la naturaleza y la sociedad.
El resultado es la miserabilización de la mayoría de la sociedad.
Variadas resistencias en estos años construyeron condiciones objetivas y subjetivas para enfrentar ese programa hegemónico.
 Debemos oponernos al ajuste, la convocatoria a un Congreso económico de los trabajadores para "establecer prioridades de desarrollo económico, social y político".
abordar la conformación de u na banca pública y el fortalecimiento de un sector público que busque el desarrollo integral y planificado de los recursos económicos y su control democrático, dando prioridad la satisfacción de las necesidades sociales y no la explotación de los trabajadores, una utilización racional de los recursos naturales y no su expolio.
En definitiva, se trata de establecer bases de cooperación entre países que permita un desarrollo integral de todos, en lugar de la competencia en beneficio de los más poderosos. Son las respectivas clases dominantes de cada país las que nos están imponiendo medidas de ajuste, a sus trabajadores y a los de los demás países, en su propio beneficio y son ellas las que están alimentando la posibilidad de nuevos enfrentamientos entre las naciones.

Recorte de textos de J Gambina, J Jimeno, Carlos Sanchez Mato, J. Altamira, Paula Bach

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TEXTO ANEXO 1
///// pues la crisis del sistema financiero internacional que comenzó en 2008 con la quiebra del banco Lehman Brothers y las tristemente famosas hipotecas subprime, fue el detonante de la peor crisis económica del capitalismo mundial desde la gran depresión de 1929. El que fuera el detonante no lo convierte en el origen del problema y cometeríamos un grave error si consideramos que fue éste momento el inicio de la crisis. Ésta venía gestándose desde hacía tiempo y, aunque no podemos desligarla de la hipertrofia del sector financiero [4], es inevitable relacionar la sobredimensión del mismo con la incapacidad de la llamada economía real para ofrecer una tasa de ganancia atractiva a los poseedores de capital.
La pretendida auto-regulación de los mercados financieros ha brillado por su ausencia y ha generado burbujas especulativas que, como en el caso español, han concentrado las inversiones de capital en sectores como el inmobiliario, las grandes infraestructuras y la internacionalización de las grandes compañías, con una deficiente asignación de recursos en otros ámbitos. La deriva de ese funcionamiento del sistema ha tenido como consecuencia el excesivo e insostenible endeudamiento de los agentes económicos.
Hay dos lecciones importantes que sacar de esta crisis, estas son: que lo único que ha impedido que sistema financiero privado internacional haya quebrado han sido las astronómicas ayudas públicas recibidas. Y que con esas ayudas públicas se ha salvado a los grandes accionistas mientras se ha condenado a una gran parte de la población al paro y la pobreza.
En octubre de 2008, el primer plan de rescate de Wall Street presentado por el secretario del Tesoro, Hank Paulson implico: 250.000 millones dólares para recapitalizar bancos, 500.000 millones de avales a empresas en crisis, 500.000 millones para la compra de hipotecas basura, 500.000 millones para salvar planes de pensiones privados… ¿alguien cree que sin esta masiva intervención del estado el sector financiero de Estados Unidos habría sobrevivido?
Pero Europa no se queda atrás. Entre diciembre de 2011 y febrero de 2012 el Banco Central Europeo (BCE) prestó más de 1 billón de Euros (1.000.000.000.000€) a unos 800 bancos europeos, a un plazo de 3 años y al 1% de interés, no teniendo que pagar los intereses hasta el final de la vida del prestamos. Este programa lleva el nombre de LTRO (Long Terme Refinancing Operations).
A esto se puede añadir unos 2 billones de euros (2.000.000.000.000€) de ayudas de los gobiernos para la recapitalización de los bancos europeos mediante inyecciones de capital y garantías publicas de los gobiernos de la Unión Europea para asumir las deudas bancarias en caso de necesidad. Y en esta línea se enmarca la nueva política del Banco Central Europeo de adquisición de activos que está cebando una nueva bomba que terminará estallando. Cuando lo haga, los mismos que contribuyeron a su explosión, mostrarán asombrados gestos de incredulidad ante los efectos de esta nueva burbuja y dirán una vez más que nadie lo supo ver.
La contrapartida a estas ayudas masivas a la banca privada ha sido el crecimiento exponencial de las desigualdades sociales. El caso griego es paradigmático. A cambio de unos paquetes de rescate de unos 226.500 millones de Euros (comparen esta cantidad con las anteriormente mencionadas), a Grecia se le han exigido unos planes de austeridad que han provocado que un tercio de su población caiga en la pobreza y la exclusión social. Recientemente Christine Lagarde, presidenta del FMI, comenzaba un discurso diciendo que “el mes pasado casi me atraganto con mi yogur del desayuno cuando vi la primera página de un periódico económico”. El motivo fue leer que el gestor de fondos de alto riesgo mejor pagado del mundo había ganado el año pasado (2014) 1.300 millones de dólares. Y que los 25 gestores mejor pagados habían ganado 25.000 millones. Es comprensible que casi se atragantase pues la “pobre” Christine tiene un sueldo anual libre de impuestos de solo 467.940 dólares. Tanto el FMI como la OCDE reconocen abiertamente que durante esta crisis la desigualdad entre ricos y pobre ha crecido a favor de los primeros, hasta el punto de considerar que el crecimiento de la brecha de la desigualdad está poniendo en riesgo la incipiente recuperación económica. Según los estudios de la OCDE, actualmente el 10% de la población más rica de los países de la OCDE gana 9,6 veces más que el 10% menos favorecida. En la década de los 80 la diferencias era de 7 a 1, en los 90 la diferencia era de 8 a 1 y en la pasada década de 9 a 1.
El resultado final de esta edición de la lucha de clases está todavía por definir pero, es evidente a la luz de los datos anteriores, que la clase dominante está obteniendo un éxito total hasta ahora. Para que las tornas cambien y es preciso que las clases populares, la mayoría social, reivindique otro sistema y se convenza de que hay alternativas a la deriva que solo ocasiona exclusión y sufrimiento.////////

TEXTO ANEXO 2
////// El crecimiento económico mundial está resultando “demasiado lento por demasiado tiempo”, había advertido la directora del FMI, Christine Lagarde. Días más tarde el organismo anunciaba un nuevamente revisado a la baja crecimiento mundial para el año en curso del 3,2% mientras advertía sobre mayores riesgos para la estabilidad financiera. Por su parte y hace unos días el G-20 (que aglutina a las veinte mayores economías del mundo) reunido en Washington, coincidía en pronosticar un modesto crecimiento global con tendencias a la baja para este año. También la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) emitió un alerta por la desaceleración de las grandes economías avanzadas en particular Estados Unidos, Inglaterra y Japón, junto con la pérdida de impulso de la economía alemana.

Los riesgos -sin duda alguna muy reales- expresados como insistente coincidencia de los organismos internacionales, se asemejan a un gran lobby sobre la Reserva Federal norteamericana para evitar una eventual y altamente riesgosa suba de tasas. Entre tanto, en esa gran pajarera que es la Fed, se moderaba la riña entre “palomas” y “halcones”, al tiempo que la “voz de aura” de la presidencia llamando a la “cautela” parecía marcar un norte bastante claro.

Temores por un nuevo 2008

Como señalamos en otra oportunidad –y en parte, a diferencia de 2008- los factores que se entremezclan y amenazan con un nuevo estallido y/o una nueva recesión resultan múltiples y bastante inasibles. Formulados un tanto caóticamente: la cuestión china, el riesgo de Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea), la caída del precio de las materias primas y en particular las cuestiones petrolera y bancaria, la reversión del flujo de capitales hacia el centro, la aguda crisis de Brasil, los problemas de deuda en los llamados “emergentes” que se agudizan con la inversión de la ruta de los capitales y los primeros síntomas de contracción de las ganancias en Estados Unidos, son algunos de los más destacados. Todos ellos amenazan con magnificarse y traducirse en un eventual nuevo 2008 si efectivamente la Fed retomara su programa de incremento progresivo de tasas de principios de año.

Pero pase lo que pase en la coyuntura económica internacional –si hay algo que pueda llamarse así- en gran parte las cartas ya están echadas si se piensa en el más largo plazo. China no volverá a crecer a las ya afamadas “tasas chinas” y ello quita sustento “real” a las políticas monetarias expansivas (los capitales retornan a “casa”) poniendo de manifiesto su costado “ineficaz”. Y esta contradicción se hace presente en el corto plazo de un modo múltiple: por un lado las políticas de dinero barato devienen una amenaza potencial mayor para la economía norteamericana, por el otro aparecen como una de las mayores preocupaciones si una nueva recaída se produjera y finalmente –lo que más preocupa al “ahora” de los organismos internacionales- que el remedio -su incremento- podría resultar mucho peor –¡“Dios” sabe cuánto!- que la enfermedad.

¡A las tasas…!

Como también señalamos hace un tiempo, los límites de la “sinergia” entre políticas monetarias y sus fuentes “reales” -o sea fuentes para la creación de valor y plusvalor, léase China y “emergentes”- hicieron sonar las alarmas. Hace rato que los alertas sobre el riesgo inminente de una suba de tasas, se acompañan de voces crecientes que reclaman “políticas fiscales” expansivas en las economías centrales.

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, acusando recibo de la situación y sumándose a la “cruzada internacional”, mantuvo la tasa de interés en cero, enfrentó con dureza al ministro de finanzas alemán –Schaüble “el terrible”- y prometió para junio una para nada “progre” aunque “anticíclica” –eso sí- compra de deuda corporativa de empresas que no sean bancos, incluyendo a las compañías aseguradoras. Según Thomas Fazi se trata de una medida sin precedentes, un gran regalo a las multinacionales que hará que el Banco Central inyecte dinero directamente en las grandes empresas no financieras. Tampoco se privó Draghi –el “Supermario”, como lo llaman- de pedir reformas y sobre todo “inversión en infraestuctura” a nivel europeo y nacional.

La doble cruzada por mantener políticas monetarias expansivas e implementar políticas fiscales (inversión pública, fundamentalmente) que aúna al FMI, al Banco Mundial, a la OCDE y al Banco Mundial, entre otros, tiene su jerarquía. Y como de costumbre es pragmática. Lo primero es lo primero… “¡A las tasas! (bajas)” es la voz de mando. Lo otro -la inversión pública en los países centrales- es un hipotético y poco convincente sustituto de verdaderas fuentes “reales”, aunque podría tomar cuerpo en algún país o en varios, en un futuro, según la magnitud y derivaciones políticas que adopte la crisis.

“Demasiada capacidad instalada”

Lo dijimos pero vale la pena insistir. Llama la atención que tras tantos años de bajo crecimiento de la inversión y la productividad en el “centro”, recién ahora, los organismos internacionales se muestren tan preocupados por el carácter “insuficiente” o “ineficaz” de las políticas monetarias expansivas para estimular la economía real. Incluso, no es que el amplio degradé que compone el ala de los economistas neokeynesianos como Stiglitz, Krugman y hasta Summers, no lo haya mencionado. Lo hicieron, pero muy tímidamente y mientras apoyaban políticas de tasas bajas como “mal menor”.

Sin embargo ahora sus exponentes más de “izquierda”, como Stiglitz, irrumpen denunciando la ausencia de una relación positiva entre bajas tasas de interés e inversión –una verdad a gritos. Señala que durante los últimos años, tasas -incluso negativas en términos reales- acompañaron caídas en el crecimiento de la inversión integrada mayoritariamente por plantas y equipos. Remarca Stiglitz que según datos de la OCDE en Estados Unidos, la inversión cayó desde el 8,4% del PBI en el 2000 al 6,8% en 2014 y en la UE del 7,5 al 5,7 en igual período. Agrega que manifiestamente es absurda la idea de que las corporaciones estarían dispuestas a realizar un gran número de proyectos si solamente las tasas se redujeran en otros 25 puntos básicos y que a decir verdad las corporaciones están sentadas sobre cientos de miles de millones de dólares porque ya tienen demasiada capacidad instalada –hemos insistido sobre este punto.

Pero para Stiglitz, el verdadero problema reside en que las empresas pequeñas y medianas –las que necesitan crédito de los bancos- no pueden tomar préstamos a la misma tasa de interés de los bonos del tesoro. Remarca que por más negativas que sean las tasas, existe una gran brecha –spread- entre la tasa de interés que fijan los bancos y la tasa de los bonos del tesoro. Por lo que concluye que los bancos no desempeñan ningún papel en el modelo económico que los formuladores de política monetaria vienen implementando. En definitiva, y siempre según Stiglitz, mientras la capacidad de las políticas monetarias para restaurar una economía en declive son limitadas, confiar en el “modelo equivocado” evita que los bancos centrales contribuyan en la medida de sus posibilidades, pudiendo incluso causar un empeoramiento de la situación.

Sin pretender desarrollar aquí una polémica con Stiglitz es preciso remarcar que su fundamentación contiene como mínimo tres puntos extremadamente débiles. El primero es una simple contradicción en los términos: suponiendo que las pequeñas y medianas empresas tuvieran efectivamente acceso al crédito barato ¿dónde invertirían si –como bien señala- las corporaciones que manejan todas las palancas de la economía tienen capacidad instalada excedente? Si existiera “espacio virgen” para la inversión lucrativa, sería utilizado por las grandes corporaciones…El segundo, guarda la enorme ingenuidad –por decir lo menos- de presuponer que el problema de los bancos centrales reside en sus “esquemas teóricos” desactualizados…El tercero, derivado del segundo, consiste en disfrazar de “error teórico” los maravillosos salvatajes -fundamentalmente bancarios- que los estados de los principales países centrales vienen operando post 2008 sin olvidar el regalo a las multinacionales no financieras que el Banco Central Europeo está prometiendo para junio próximo.

No se trata ni de “errores” ni de “excesos”…Son políticas destinadas a salvar al gran capital concentrado que, como está inscripto en la propia lógica del desarrollo del sistema capitalista, es el que tiene la sartén por el mango. Pero el asunto es que las políticas de salvataje son eficaces mientras en alguna parte se esté creando valor y plusvalor. Dicho de otro modo, mientras existan sectores de la economía o alguna economía que ostente niveles de crecimiento real capaz de absorber al menos parte de las masas de capital que no encuentran lugar para su valorización productiva. Ese rol durante los últimos años, lo cumplieron –aún de manera parcial- China, los “emergentes”, las materias primas y en particular el sector “shale” gasífero y petrolero en Estados Unidos.

Son las limitaciones que todos estos sectores unánimemente están presentando, las que ponen nerviosa a una gama muy amplia de actores. Gama que tuvo poco que decir en tanto el esquema funcionaba, incluso con muy bajo crecimiento de la inversión, la productividad y la economía en los países centrales. De todos modos y en el mientras tanto, sospechan que el retiro de las políticas monetarias sería mucho peor que la enfermedad. Por ello el objetivo consiste en demorar lo más posible una eventual recaída dramática logrando algún nivel más o menos sostenible de estabilización económica. Esa la apuesta. Veamos.

Objetivos no descartables (o el “mal menor”)

La intención de la Reserva Federal norteamericana de abandonar las políticas monetarias expansivas arrastra un doble objetivo. Por un lado y primordialmente busca enfriar un mercado bursátil que ha estado acusando cada vez más el impacto de la reversión del flujo de capitales. Por el otro, persigue recuperar la herramienta de la política monetaria en caso de desencadenarse una crisis aguda.

La idea fundamental para la primera meta es que si la Fed sube la tasa de referencia, ello debería traducirse en el mercado de bonos bajo la forma de incremento del interés que rinden estos instrumentos. Una tal situación debería convertir a este mercado en más atractivo y frenar las sumas de dinero que se dirigen hacia la bolsa sobrevaluando permanentemente las acciones y agudizando las tensiones financieras. Pero lo cierto es que a pesar del retiro del quantitave easing (políticas de expansión cuantitativa), de la propaganda sobre el incremento de tasas y de su primer aumento a principios de año, la afluencia de dinero hacia la bolsa continuó incrementándose.

Una nota reciente de Financial Times se pregunta por qué los rendimientos de los bonos continúan en mínimos históricos y aún más bajos de lo que estaban hace un año, siendo que la Fed llevó a cabo su primer incremento de tasas y la idea de profundizar la suba no salió de su discurso. El artículo resalta que aún cuando se registraron fuertes caídas durante los primeros meses del año, el valor promedio de las acciones representa un poco menos de 2,8 veces su valor de libro -el valor de los activos en el balance menos los pasivos-. Relación que fue más o menos la que ostentaban las acciones en su punto más alto antes del crack de 2007-2009. Según la nota, el problema tiene una doble respuesta. La primera es que el mensaje de la Fed respecto de la suba de tasas se ha vuelto cada vez más ambiguo durante los últimos meses respondiendo al incremento de los riesgos globales. De hecho el mercado de futuros de los bonos de la Fed reconoce hoy una probabilidad de sólo 50% de que aumenten las tasas nada más que una vez en el curso del año. La segunda respuesta sería de origen “económico”: Estados Unidos puede exhibir crecimiento pero la ira del electorado muestra que no se trata de nada demasiado emocionante.

Supongamos que Estados Unidos adopta una política decidida hacia la suba de tasas. Probablemente el interés de los bonos se incremente y amainen las cotizaciones en el mercado de valores. Sin embargo y en paralelo, el petróleo retomaría el rumbo descendente junto con el resto de las commodities, la presión sobre los “emergentes” se incrementaría y en China la salida de capitales presionaría por una devaluación del yuan. Y esto por mencionar sólo algunos de los efectos sobre la economía mundial. Es en este entramado complejo que los organismos internacionales confluyen en su cruzada para exigir que se mantengan las tasas y resulta muy probable que la Fed consume las expectativas. El objetivo: una estabilización temporaria en la que el precio del petróleo prosiga una recuperación leve –allende la falta de acuerdos en la OPEP- y los precios del resto de las materias primas se estabilicen –sin descartar incluso algún incremento suave. Si efectivamente Estados Unidos mantiene las tasas sin cambios durante todo el año, la reversión del flujo de capitales podría detenerse e incluso mostrar un retorno –moderado y senil, de más está decirlo- hacia el mundo “emergente”. En este contexto sería altamente probable que China tras sus pasos hacia la internacionalización del yuan –y manteniendo un crecimiento estable de alrededor del 6,9%- evite nuevas devaluaciones de su moneda.

De cumplirse este escenario no puede descartarse algún nivel de estabilización de corto plazo. Pero el problema central es que no hay estabilización posible de largo plazo sin nuevas fuentes “reales” para la acumulación de capital. Y es este asunto de carácter estratégico el que, sean cuales fueran los escenarios coyunturales, mantiene latente la probabilidad de una nueva recesión mundial.//////////////////////



Recorte de textos de J Gambina, J Jimeno, Carlos Sanchez Mato, J. Altamira, Paula Bach

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