DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES
Andrea D’Atri
motivos para luchar, herencia y futuro
ser el 80% de las víctimas de las redes de trata,
no tener derecho a decidir sobre el propio cuerpo,
ganar un 30% menos que los varones
o ser el 75% de los analfabetos del mundo
son algunas muestras patentes de esta inequidad
En Argentina, la realidad es que
cada hora una mujer es golpeada.
Cada día tres mujeres son abusadas sexualmente.
Y a lo largo de 2014 hubo casi trescientos femicidios.
Otras trescientas mujeres murieron por abortos clandestinos.
Todo esto solo en Argentina. Estas cifras tristemente se multiplican por miles en el mundo.
Sumémosle a esto que en muchos países se sigue practicando la ablación a mujeres y niñas, ritual donde sufren la mutilación genital, garantizando que el placer sexual sea exclusividad del varón. También siguen rigiendo los llamados "crímenes de honor” mediante los cuales se castiga a las mujeres con latigazos o piedrazos (muchas veces, hasta la muerte) por hablar sin autorización con un hombre, por no acceder a matrimonios arreglados y hasta por ser víctimas de una violación, acusándolas de impura. Además, según las frías estadísticas, las mujeres representan el 90 % de las víctimas de las redes de trata, el 70 % de la población analfabeta a nivel mundial y cobran salarios que son un 30 % menores que los que cobran los hombres. Esto también es violencia.
La podredumbre estatal que desnudó el caso Nisman también dejó al descubierto el entramado de impunidad con que los servicios manejan redes de trata y prostíbulos. La promesa del ministro de Salud de abrir el debate por el aborto duró menos que un suspiro.
Soportamos también, como una letanía, las publicidades de los más diversos artículos de consumo, las ofertas y promociones especiales para “nuestro día” que van desde artefactos para el hogar, hasta masajes y tratamientos de belleza. Flores y bombones para las mujeres o ninguna necesidad de conmemorar nada. ¿Cuántas son las mujeres que, por este ocultamiento sistemático, aún desconocen que este día está fundado sobre la opresión, la explotación, la decisión política y la lucha de las mujeres para enfrentarlas?
Una historia apasionante que te contamos
Imagen de la movilización en San Petersburgo (Rusia) en el Día Internacional de las Mujeres de 1917 (23 de febrero en el calendario ruso, 8 de marzo en el calendario occidental), en la que las obreras textiles se declaron en huelga y dieron inicio al proceso revolucionario que culminó con la toma del poder en octubre del mismo año.
Sylvia Pankhurst: Sufragio, guerra y revolución
Un día de octubre, pero hace 108 años, Sylvia Pankhurst era detenida por encadenarse a las rejas del Parlamento. Sería la primera pero no la última vez que terminara en la cárcel por exigir el derecho al voto para todas las mujeres. La represión contra las sufragistas se endurecía a medida que el movimiento se fortalecía. SEGUIR LEYENDO
Julieta Lanteri: Nadie nos regalará nada
Votó cuarenta años antes de que Eva Perón proclamara el voto femenino. Fundó un partido político antes de que las mujeres pudieran votar. Organizó congresos, apoyó huelgas, construyó sindicatos. Nunca aceptó que los derechos fueran solo para algunas mujeres. SEGUIR LEYENDO
Ida Wells: una vida de lucha por las mujeres y contra el racismo
Las mujeres afroamericanas libraron valerosos ejemplos de rebelión contra un sistema que las tiene como víctimas predilectas. Tal es el caso de Ida Bell Wells, pionera en la pelea por los derechos civiles y el sufragio femenino. En una fecha tan temprana como fines del siglo XIX, denunció los linchamientos y las persecuciones raciales, y pasó a la historia por su militancia en favor de la organización de los negros y las mujeres. SEGUIR LEYENDO
Sojourner Truth: ¿acaso no soy una mujer?
Sojourner Truth no se llamaba así cuando nació. Su nombre era Isabella Bomefree y creen que nació en 1797 en el estado de Nueva York (Estados Unidos). Su fecha de nacimiento es estimada porque no se registraban los nacimientos de las personas que eran propiedad de otras personas. Sojourner era negra, hija de esclavos y mujer. La historia en el Estados Unidos esclavista no le deparaba un buen futuro. SEGUIR LEYENDO
Dolores Jiménez y Muro: ¿quién es esa chica?
La fotografía que ilustra este artículo es, quizás, una de las más famosas de la Revolución mexicana iniciada en 1910. En la fotografía hay una sola mujer, a menudo invisible detrás de Pancho Villa y Emiliano Zapata. ¿Quién es esa chica? SEGUIR LEYENDO
Genora Johnson Dollinger: de la cocina al piquete
Genora Johnson Dollinger tenía 23 años cuando decidió fundar la Brigada Auxiliar de Mujeres. Su vida, como la de tantas otras, no era fácil. Nacida en Kalamazoo y criada en Flint, ciudad propiedad de General Motors, se hizo militante del Partido Socialista a los 16 años. SEGUIR LEYENDO
Elizabeth Gurley Flynn: rebelde con causa
Elizabeth Gurley Flynn tenía quince años la primera vez que estuvo en un juicio. Y el juicio era contra ella. Después de ser arrestada, el juez le preguntó: “¿Espera convertir a la gente al socialismo hablando en Broadway?”. “La verdad, sí”, le respondió la chica, que tenía que subirse a los cajones de verdura para que su voz se oyera en las calles neoyorquinas. SEGUIR LEYENDO
Mother Jones: la mujer más peligrosa de Estados Unidos
En febrero de 1913, Mother Jones fue condenada en una corte militar a 20 años de cárcel por incitar a la violencia. Las crónicas cuentan que quiso leer la declaración de Independencia norteamericana y la arrestaron. Tenía 75 años. SEGUIR LEYENDO
Matilda Rabinowitz: un tornado ruso sacudió a Estados Unidos
Tatiana Gitel Rabinowitz, alias Matilda, tuvo una vida intensa. En el transcurso de un año y medio participó de importantes huelgas textiles como la de Lawrence de 1912 y la de Little Falls de 1913, y se destacó como agitadora en las plantas automotrices de Detroit. Obrera, inmigrante y militante, con 26 años se había ganado su lugar en la historia de la clase trabajadora norteamericana, marcada a fuego por la pelea que libraron miles de mujeres por el pan y las rosas. SEGUIR LEYENDO
El incendio de la fábrica textil y el Woman’s Day de las norteamericanas
La historia más divulgada sostiene que el 8 de marzo de 1908, en una fábrica textil de Nueva York, hubo un incendio intencional –en el que perecieron 129 obreras-, provocado por el dueño que, de esa manera brutal, decidió acabar con una protesta de las trabajadoras. Pero ese hecho no fue noticia de los diarios, donde era habitual leer sobre incendios accidentales, algo frecuente en las fábricas textiles de la época. Y además, el 8 de marzo de 1908 era domingo. Sin embargo, hubo un incendio que tuvo gran repercusión por la cantidad de muertos; pero fue el 25 de marzo de 1911, en la Triangle Shirtwaist Company, un año después que Clara Zetkin propusiera establecer el 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres.
En 1908, las norteamericanas definieron, en el Congreso Nacional del Partido Socialista de EE.UU., lanzar una campaña activa por el voto femenino. Para ello, designaron el último domingo de febrero de 1909 como el Día de la Mujer (Woman’s Day), aunque en Chicago se tuvo que conmemorar el 31 de enero porque el teatro que pretendían alquilar para el mitín, no estaba disponible para esa fecha.
La propuesta de las socialistas alemanas y las mujeres en la Revolución Rusa
El 26 y 27 de agosto de 1910, se realizó en Copenhague la IIº Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, donde los principales debates fueron sobre el voto femenino, la protección social de las madres y la necesidad de establecer una relación más regular entre las socialistas de distintos países. Allí, las delegadas alemanas Clara Zetkin y Kate Duncker proponen la siguiente moción: “De acuerdo con las organizaciones políticas y sindicales del proletariado, las mujeres socialistas de todas las nacionalidades organizarán en sus respectivos países un día especial de las mujeres, cuyo principal objetivo será promover el derecho al voto de las mujeres. Será necesario debatir esta proposición en relación a la cuestión de la mujer desde la perspectiva socialista. Esta conmemoración deberá tener un carácter internacional y será necesario prepararla con mucho esmero.” La propuesta no incluía la conmemoración de ningún hecho histórico, por eso no señalaba una fecha precisa. A diferencia de las norteamericanas, en esta ocasión se eligió el plural: “día de las mujeres” y no “de la mujer”, enfatizando el carácter internacional de la convocatoria.
El 19 de marzo del año siguiente, las socialistas alemanas celebraron el Día Internacional de las Mujeres. Las suecas lo hicieron coincidir con el 1º de mayo y, los años siguientes, lo festejaron el 12 del mismo mes. Recién en 1914, las socialistas de Alemania, Suecia y Rusia se pusieron de acuerdo en conmemorarlo el 8 de marzo. Y así lo hicieron también en los años siguientes.
El 8 de marzo de 1917 (23 de febrero, según el antiguo calendario ortodoxo), las trabajadoras rusas lo conmemoraron con manifestaciones, huelgas y motines por el pan, por la paz y contra el régimen zarista: una chispa que, en medio de las penurias de la Primera Guerra Mundial, dio inicio a la revolución con la que la clase obrera conquistó el poder ocho meses más tarde, bajo la dirección del Partido Bolchevique. “El 23 de febrero era el Día Internacional de la Mujer. Los socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución.” Así empieza uno de los capítulos de la Historia de la Revolución Rusa, escrita por León Trotsky.
El Día de la Madre creado por Stalin y el Día de por los Derechos de la Mujer de la ONU
Pero más tarde, con el estalinismo en el poder, retrocedieron los derechos conquistados por las mujeres durante la Revolución Rusa: se prohibió el aborto y se destacó la contribución de las mujeres –como madres y amas de casa-, al engrandecimiento nacional. Se disolvió el Secretariado Internacional de Mujeres y todos los organismos partidarios encargados del área. A mediados de los ’30, el Día Internacional de las Mujeres se convirtió, en la Unión Soviética, en el equivalente al Día de la Madre de los países capitalistas: se entregaban regalos y ramos de flores a las madres. Fue en 1965 que, por un decreto de la burocracia estalinista, se declaró el 8 de marzo como un día no laborable: el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Antes que eso, el 8 de marzo de 1945 –finalizando la Segunda Guerra Mundial-, la esposa del entonces presidente norteamericano Franklin Roosevelt había propuesto elaborar una carta de derechos de las mujeres, para que sean tenidas en cuenta como artífices de la paz ante la naciente Organización de las Naciones Unidas. Allí reclamaba derechos para las madres, trabajadoras y ciudadanas que se integraban a la construcción de un nuevo orden mundial. Recién en 1975, las Naciones Unidas declaran el Año Internacional de la Mujer y en diciembre de 1977 proclaman el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, recordando a Clara Zetkin, pero sin mencionar los acontecimientos de la Rusia revolucionaria.
Lo que se oculta detrás de un nombre
Para muchos grupos feministas, el 8 de marzo es un día para luchar sólo por algunos derechos para las mujeres. Abandonando el cuestionamiento radical al sistema capitalista que legitima, reproduce y garantiza la subordinación de las mujeres, se limitan a exigir mayor equidad en una sociedad que funciona en base a la más profunda de las inequidades, como es la concentración de las propiedades y las grandes riquezas en un puñado de familias que amasan su fortuna a expensas de la explotación de millones de asalariados y asalariadas, que lo único que poseen es su fuerza de trabajo y su prole.
Otros grupos, aún reivindicándose anticapitalistas, consideran que la lucha contra la opresión patriarcal es tarea exclusiva de todas las mujeres unidas tras este propósito común.
Las corrientes estalinistas, por su lado, impusieron la idea de que la emancipación de las mujeres es algo de poca importancia en la lucha por la revolución social y que, combatir el veneno del machismo con el que la burguesía inficiona al movimiento obrero desvía la atención de la batalla central del proletariado, que es contra la burguesía, dividiendo las filas de los explotados. Lamentablemente, a su misógina ceguera pequeñoburguesa, pretendieron disimularla con la imposición, por decreto, del Día de la Mujer Trabajadora.
Por el contrario, no sólo las obreras, sino las más amplias masas femeninas son víctimas de la desigualdad, la falta de derechos, la violencia y la subordinación que impone la opresión patriarcal. Que ser el 80% de las víctimas de las redes de trata, no tener derecho a decidir sobre el propio cuerpo, ganar un 30% menos que los varones o ser el 75% de los analfabetos del mundo son algunas muestras patentes de esta inequidad. Y señalamos, sin tapujos, que el capitalismo instila, también y principalmente entre los trabajadores, la misoginia y la violencia machista para mantener divididas las filas de los explotados.
Por eso siempre repetimos que, “cada vez que una mujer es abusada, golpeada, humillada, considerada un objeto, discriminada, sometida por su compañero... ¡la clase dominante se ha perpetuado un poco más en el poder! Y la clase obrera, en cambio, se ha debilitado. Porque esa mujer perderá la confianza en sí misma y por lo tanto en sus propias fuerzas. Pero la clase obrera también se debilita porque ese hombre que golpeó a su compañera, que la humilló, que la consideró su propiedad, está más lejos que antes de transformarse en un obrero conciente de sus cadenas, está un poco más lejos de reconocer que en la lucha por romper sus cadenas debe proponerse liberar a toda la humanidad de las cadenas y contar a todos los oprimidos como sus aliados.” [2]
Pero si el capitalismo reproduce la milenaria opresión de las mujeres, descargando más brutalmente estos agravios contra las mujeres trabajadoras ¿cómo y con quiénes luchamos por la emancipación femenina? Ésta es una de las controversias más importantes en el movimiento de mujeres.
El 8 de marzo, consideramos nuestro deber irrenunciable impulsar, en la más amplia unidad, las luchas de las mujeres por las mejores condiciones de vida posibles, por los derechos democráticos más elementales, incluso en alianza con aquellas mujeres y organizaciones que no consideren aún, como nosotras, que es necesario acabar con el capitalismo para que esos derechos sean verdaderamente efectivos y universales. También peleamos por los derechos sindicales de las mujeres trabajadoras. Pero nuestra lucha no se limita a la ampliación de los derechos formales en el estrecho marco de las democracias capitalistas; ni tampoco a reivindicaciones corporativas o económicas de la clase obrera.
Impulsamos la organización, la movilización y la lucha de las mujeres con la perspectiva de la revolución socialista, para acabar con este sistema de explotación y sentar las bases para la completa emancipación de las mujeres. En ese camino, apostamos a que las mujeres trabajadoras –las más oprimidas entre las oprimidas, las más explotadas entre los explotados- encabecen la lucha por su propia emancipación, convenciendo a sus hermanos de clase de la importancia que tiene incorporar la lucha contra el machismo en el programa revolucionario del proletariado y, a las más amplias masas femeninas, de unirse a las filas proletarias para derrocar el capitalismo patriarcal que hoy nos oprime.
UN DIA DE REFLEXION PARA TOD@S
No importa hacia qué país miremos: en todo el mundo existe un sistema patriarcal donde los hombres dominan a las mujeres, y esto se fundamenta en motivos culturales o religiosos. Esto lleva a que, a lo largo de la historia, los derechos de la mujer hayan sido relegados, estableciendo una relación de opresión y dominio de los hombres sobre las mujeres, derivando indefectiblemente en la violencia de género, en cualquiera de sus variantes (física, emocional, sexual o económica).
En todos los casos, el Estado es actor necesario para que existan estas injusticias, y lo hace encubriendo o legitimando delitos contra la mujer. Todo esto tiene una finalidad: mantener dividida en distintos grupos a la clase explotada, garantizando que su dominio sea más fácil: dvidida entre hombres y mujeres, nativos e inmigrantes, por creencias religiosas, etc. ¡Nada nuevo esto de dividir para reinar!
Por todo esto, el 8 de Marzo no es un día para festejar, porque bajo un régimen de opresión no hay felicidad posible. Es un día para reflexionar sobre qué puede hacer cada uno para avanzar hacia a una sociedad igualitaria ¡y luchar para lograrlo! Porque para terminar con la desigualdad es necesario terminar con un sistema que se nutre de ella.
Debemos entender que esta lucha, sin lugar a dudas, la llevarán adelante los sectores más oprimidos por este sistema: las mujeres, principalmente las mujeres trabajadoras, que son doblemente explotadas.
Pero también debemos hacerla nuestra sus compañeros de clase, nosotros, los trabajadores, que también somos explotados por este mismo sistema. Para esto, los hombres debemos enfrentar nuestras miserias, combatiendo nuestro machismo, tan arraigado en el trato cotidiano, en el lenguaje, en los prejuicios que tenemos sobre las aptitudes de las mujeres para distintas tareas, sobre los roles que debería cumplir en la sociedad y una lista interminable de actitudes y pensamientos que debemos cambiar, rechazando esta posición de "privilegio" que el sistema explotador y su historia patriarcal nos tienen reservados. Cuando un hombre somete a una mujer no hace más que seguir alimentando las divisiones que fortalecen a la clase dominante, al patrón que lo somete a él explotando su fuerza de trabajo.
Por eso, aquel hombre que no sea capaz de luchar por la emancipación femenina tampoco será capaz de luchar por la emancipación de todos los explotados, por la emancipación de la humanidad.
Por eso, el 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, nosotros, los trabajadores conscientes de las cadenas que nos esclavizan, luchamos junto a ustedes, nuestras compañeras.
(*) Jorge Medina es dirigente obrero gráfico de la ex-Donnelley, actual MadyGraf bajo control obrero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario