Hombre en llamas

Hombre en llamas
Hombre en llamas. Orozco, J.C. Algunos críticos interpretan el mural como una glorificación de los cuatro elementos, otros ven en cada una de las figuras una simbología inherente al hombre mismo: el hombre teológico (que simboliza la tierra), el cual despierta en el mundo y convierte en dioses los fenómenos naturales que no comprende; el hombre metafísico (que simboliza el viento), el cual empieza a tener conciencia, reflexionando sobre la realidad del mundo; el hombre científico (que simboliza el agua), el cual analiza los fenómenos, los objetos, penetrando con su razón en sus esencias. Finalmente el hombre de fuego que debería simbolizar a Prometeo, el que rebelándose a los dioses entregó a los hombres la chispa del fuego, la cual representa al mismo tiempo la razón y la libertad. Así el hombre, ya libre, crea las artes en su constante lucha de superación; el hombre hecho fuego de pasiones, de anhelos de conquistas, pero sobre todo dueño de su vida, de su destino y de sus decisiones.

sábado, 22 de marzo de 2014

RETRATO DE FAMILIA ARGENTINA. Memoria por la Verdad y Justicia



El poeta argentino Leopldo Lugones exclamó:

 "¡Ha sonado, para bien del mundo, la hora de la espada!"

Y  así aplaudió, en 1930, el golpe de estado que instauró a una dictadura militar.







Al servicio de esa dictadura, el hijo del poeta, el comisario Polo Lugones, inventó la PICANA ELECTRICA y y otros convincentes instrmentos que él ensayaba en los cuerpos desobedientes. 




Cuarenta y pico años después, una desobediente llamada Pirí Lugones, nieta del poeta, hija del comisario, sufrió en carne propia los inventos de su papá, en las cámaras de tortura de otra dictadura. 

Esa dictadura desapareció treinta mil argentinos.

Entre ellos, ella.

(Eduardo Galeano. "Espejos")

Lugones fundó el primer centro socialista en Córdoba, su provincia natal, pero terminaría siendo un propagandista del golpe fascista de Uriburu. Las oscilaciones ideológicas de Lugones terminaron el 18 de febrero de 1938 cuando se mató en un recreo de San Fernando, provincia de Buenos Aires, llamado El Tropezón, al tomar una mezcla de whisky y cianuro. Su hijo se llamaba como él, Leopoldo Lugones. Le decían “Polo” y es el despreciable personaje del que se habló al principio. Durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear fue director del Reformatorio de Menores de Olivera. Lo exoneraron y fue procesado por corrupción y violación de chicos de ese mismo reformatorio. Cuando iba a ser condenado a diez años de reclusión, el presidente Hipólito Yrigoyen (que sucedió a Alvear) lo salvó cediendo ante un pedido del padre de “Polo”, que imploró para salvar el honor de la familia.  El primer golpe de estado en la Argentina, el de Uriburu en 1930, fue una bendición para “Polo”. A modo de reparación el dictador le hizo pagar los sueldos que dejó de percibir cuando lo echaron del reformatorio de Olivera por el caso de abuso de menores. Incluso lo nombró comisario inspector de la Policía, en la misma repartición en la que figuraba su prontuario, que lo calificaba de “pederasta” y “sádico conocido”. Como se dijo, Lugones implementó, en el sótano de la vieja penitenciaría de la avenida Las Heras, una sala de interrogatorios y torturas. Participaba activamente de las sesiones y su fama de torturador le valió una caricatura que lo mostraba como un monstruo y que el diario Crítica publicó en primera plana bajo el título “El torturador Lugones”. En 1971, como su padre, “Polo” también se suicidó.   Susana “Piri” Lugones, una de las hijas del comisario, fue una artista, traductora, editora, que odiaba a su padre. Militó en el grupo guerrillero Montoneros. Se solía presentar como: “Piri Lugones, la hija del torturador”. En 1977, Susana fue secuestrada por un grupo de tareas de la Armada. Se cree que fue torturada con la picana eléctrica que su padre estableció en el país y utilizó con enfermizo entusiasmo. Es una de las desaparecidas de la última dictadura militar.

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