Hombre en llamas

Hombre en llamas
Hombre en llamas. Orozco, J.C. Algunos críticos interpretan el mural como una glorificación de los cuatro elementos, otros ven en cada una de las figuras una simbología inherente al hombre mismo: el hombre teológico (que simboliza la tierra), el cual despierta en el mundo y convierte en dioses los fenómenos naturales que no comprende; el hombre metafísico (que simboliza el viento), el cual empieza a tener conciencia, reflexionando sobre la realidad del mundo; el hombre científico (que simboliza el agua), el cual analiza los fenómenos, los objetos, penetrando con su razón en sus esencias. Finalmente el hombre de fuego que debería simbolizar a Prometeo, el que rebelándose a los dioses entregó a los hombres la chispa del fuego, la cual representa al mismo tiempo la razón y la libertad. Así el hombre, ya libre, crea las artes en su constante lucha de superación; el hombre hecho fuego de pasiones, de anhelos de conquistas, pero sobre todo dueño de su vida, de su destino y de sus decisiones.

martes, 27 de enero de 2015

LA GRAN MENTIRA OFICIAL. AMIA. Orígenes.




































(Haga click sobre el enlace para leer el libro)


https://www.scribd.com/doc/89841873/AMIA-La-Gran-Mentira-Oficial



 AMIA: estalló la guerra entre la SIDE y CFK.
Por Christian Sanz.
La historia es impactante, pero la trama que encierra a su vez es todavía más impresionante. Un fiscal especial —Alberto Nisman— pidió la indagatoria de Cristina Kirchner por “negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes en la causa AMIA con el propósito de fabricar la inocencia de Irán”.

No es moco de pavo, es cierto, pero aún es más relevante lo que hay detrás del pedido del funcionario judicial. Es la primera batalla de la guerra que libran ex agentes de la Secretaría de Inteligencia contra la presidenta de la Nación. Ello, después de que la mandataria se animara a descabezar la ex SIDE y remover de sus cargos a algunos de sus popes de mayor gravitación histórica. *A partir de entonces, los espías vernáculos juraron cobrar venganza, no tanto por haber perdido su trabajo sino más bien por la manera en que esto ocurrió, humillación mediante.
El que está a la cabeza de la movida es Antonio Stiusso, ex director de Operaciones, de quien Cristina había jurado a su vez vengarse cuando se enteró, en el año 2002, que este la había mandado a seguir por las calles de Río Gallegos.

Como sea, el puntapié inicial del escándalo que hoy salpica a la presidenta de la Nación comenzó a hacerse visible ese mismo año —2002—, cuando Miguel Ángel Toma recaló en la ex SIDE y abrazó un plan que pergeñaron la CIA y el Mossad en conjunto para “encontrar” rápidamente un culpable para el atentado a la AMIA.

A partir de entonces, comenzó a perder fuerza la “pista Siria” —hasta ese momento, era una línea firme y con una veintena de evidencias— y empezó a cobrar impulso la “pista iraní”. *Fue el resultado de la puja entre dos sectores de la Secretaría de Inteligencia: la “Sala Patria” y la “Sala Independencia”. Cada una tiró a favor de sus propios intereses, y finalmente venció la presión de esta última.

Los espías tuvieron entonces una importante gravitación a la hora de impulsar la mentira. Y Stiusso, que hasta entonces venía señalando a los sirios, repentinamente comenzó a mirar hacia el horizonte de Irán. Un dato no menor: *el ex director de Operaciones ostenta excelentes vínculos con la CIA y el Mossad.

En ese contexto, empezó la avanzada de Nisman en el expediente AMIA, donde la ex SIDE logró que en 2005 fuera nombrado fiscal especial para investigar esa causa específica.

Esta demostrado que Nisman, al igual que su ex mujer, siempre reportaron a la Secretaría de Inteligencia. Más aún: *Sandra Arroyo Salgado, otrora esposa del “fiscal especial”, fue “colocada” como jueza federal de San Isidro gracias a las gestiones de los espías hoy removidos

La cuestión es simple: si se observa lo que Nisman hizo hasta ahora, se verá que poco y nada ha avanzado judicialmente en la resolución del atentado. A más de 20 años aún no hay certezas de quién o quiénes están detrás del mismo.

Por el contrario, su gestión permitió que los que inventaron la acusación contra Irán y desviaron la indagación de su cauce original siguieran impunes en sus cargos públicos.

*En ese marco, vale preguntar: ¿Es casual que Nisman pida la indagatoria de Cristina justo después de que esta removió a los todopoderosos de la ex SIDE? Todo parece indicar que no.

Si cupiera alguna duda, basta escuchar los audios que los propios ex agentes acercaron al “fiscal especial” con conversaciones privadas entre la presidenta, Luis D’Elía, Andrés “Cuervo” Larroque y otros impresentables. Está claro que las charlas no son nuevas, ergo ¿por qué se dan a conocer recién ahora?

Y otros interrogantes: ¿Quiere avanzar realmente Nisman o intenta extorsionar a alguien del poder? ¿Tiene en su poder otras conversaciones? ¿De qué tenor?

Dicho sea de paso: ¿Es cierto que la ex SIDE tiene grabaciones que comprometen a César Milani en su poder, en las cuales presiona a un fiscal que lo “hostiga”? Las preguntas son muchas y variadas, y nadie parece dispuesto a responderlas.

Colofón

Hay tres mitos en torno al atentado a la AMIA que fueron impulsados desde un principio por los servicios de inteligencia y que el paso del tiempo fue derrumbando: que se trató de una venganza de árabes contra judíos, que hubo una camioneta-bomba y que hay pruebas contra Irán en ese sentido.

Respecto del primer punto, en realidad se trató de un mensaje hacia Carlos Menem por compromisos que nunca cumplió —él mismo admitió “esto me lo hicieron a mí” en 1994—, justamente para con el entonces presidente de Siria, Haffez Al Assad.

En torno a lo segundo, nunca hubo un coche bomba: de los 200 testigos que tiene el expediente, solo una persona juró haber visto la célebre Tráfic, Nicolasa Romero. La misma testigo admitió luego que había mentido a pedido de la policía Federal.

El tercer punto es el más interesante: cuando se le pregunta a Nisman cuáles son las evidencias que involucran a Irán en el atentado a la AMIA, asegura sin dudar: *“Hay documentos secretos de la CIA y el Mossad que lo prueban”. Luego, ante la repregunta, está obligado a aclarar un punto fundamental: él nunca vio esos papeles.

No obstante, sí hay elementos —una docena de ellos— que involucran a Siria en el hecho ocurrido el 18 de julio de 1994. Son datos irrefutables que fueron publicados en el libro que escribió este periodista en el año 2007 *“AMIA, la gran mentira oficial” http://periodicotribuna.com.ar/libros/5-amia-la-gran-mentira-oficial.html  junto al colega Fernando Paolella.

Hay mucho más para mencionar, pero solo serviría para entorpecer la comprensión de esta trama para quien no está bien empapado en ella.

Es bien cierto que, si Cristina hizo algo incorrecto en su negociación con Irán, deberá dar explicaciones —al igual que en muchos otros hechos de corrupción que la salpican—, pero sepa el lector que la movida de Nisman no tiene nada que ver con buscar la verdad, sino con cobrarse una oportuna factura de sus propios “mandantes”.

Entre otras cosas, si al “fiscal especial” le interesara realmente llegar al esclarecimiento de la cuestión, *habría aceptado en 2007 el desafío que le hizo quien escribe estas líneas http://periodicotribuna.com.ar/3318-por-que-la-argentina-cede-a-la-presion-norteamericana.html para que muestre una prueba —una sola— que involucre a Irán en el atentado de marras. ¿Hace falta mencionar que Nisman jamás respondió el convite?
Fuente: Tribuna de Periodistas

El espía: Lauchón Viale, el hombre que sabía demasiado.
Por Jorge Urien Berri.


Vinieron a matarme, se habrá desesperado el Lauchón, sin resignarse a lo inconcebible, mientras seguía disparando con su Glock. Morir él, el Lauchón, mano derecha de uno de los hombres más poderosos del país, morir en ropa interior, agazapado en el baño de su casa mientras su esposa, María de Fátima, aguardaba aterrada en el borde de la cama. Morir él, conocedor de tantos secretos y mentiras del poder. Morir bajo el fuego de los subfusiles que disparaba desde el pasillo la hilera de policías del Grupo Halcón de la Bonaerense que irrumpieron en su casa de Moreno como una tromba después de destrozar la puerta gritando "¡Alto!" y no "¡Policía!".
¿Cuál de los tantos asuntos en que el Lauchón intervino profesionalmente le valió la muerte?
Los siete halcones de la fila declararon que aquella madrugada del 9 de julio de 2013, minutos antes de las 6, se presentaron como policías en la casa de La Reja, y que el Lauchón les disparó y ellos respondieron. Tal vez ése fue el error de Pedro Tomás Viale: no saber, no creer que los invasores eran policías y no asaltantes, y que alguien había decidido -ordenado- su muerte. La esposa y los dos testigos que llevó la policía negaron que éstos se identificaran como tales. También el juez que los procesó.
Cómo iba a creer el Lauchón, agente de contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, la ex SIDE, que a él, hombre de máxima confianza del ingeniero Antonio Stiuso, eterno factótum de la central de espías, los de la Bonaerense fueran a matarlo como a un perro a sus 59 años, si tantas veces había actuado con el Grupo Halcón en causas de narcotráfico, aunque ubicado detrás de la fila india, no en la mira de los subfusiles MP5 que tal vez gatillaban sus ex compañeros de procedimientos.
El Grupo Halcón irrumpió en la casa de Rocha Blaquier 1502 por una investigación de narcotráfico a cargo del juez federal de Tres de Febrero, Juan Manuel Culotta.
Por eso siguió disparando su Glock, que hirió a un halcón en un pie mientras gritaba: "¡Chapa, chapa! ¡Mostrame la chapa!", ordenándoles primero, casi rogando después, que probaran que eran policías y no asaltantes, como él creyó al principio, según relata su mujer. Ella declaró que los policías dispararon apenas derribaron la puerta del living, antes de que su marido pudiera manotear la Glock. Los que vieron el expediente subrayan que los orificios en la pared del living indicarían que los halcones entraron disparando. Él devolvió el fuego y ellos lo multiplicaron hasta que cesaron los gritos y los disparos desde el baño.
"¿Sabés qué? Ocho horas antes, la noche anterior, en su casa, me dijo que había decidido retirarse. La idea no le gustaba, lo apasionaba su trabajo, pero tenía problemas cardíacos y le habían colocado dos stents. Podía haberse retirado antes porque ellos tienen un régimen especial, pero le encantaba lo que hacía. Entró en la SIDE a los 19 o 20 años. Su padre, mi abuelo, trabajaba allí. De chicos mi viejo nos decía: «Trabajo en una oficina de la Presidencia de la Nación»", cuenta a LA NACIÓN su hijo mayor, Leonardo, odontólogo, de 37 años.
Murió acribillado . Once orificios de bala, uno en la cara y seis en el tórax, abrieron un misterio más de los tantos que en la Argentina combinan crimen y política, bajos fondos y altas esferas, y que, por eso, nacen condenados a la impunidad.
Su muerte simboliza la pérdida de poder de la ex SIDE desde que Cristina Kirchner privilegió a Inteligencia del Ejército. Matar a un hombre de confianza de Stiuso fue como abofetear al hombre que vio sucederse, como cuadros que se cuelgan y descuelgan, a cada jefe político de la secretaría, o Señor 5, en el edificio de la calle 25 de Mayo, frente a la Plaza de Mayo. En el mismo terreno se alzaba el Gran Hotel Argentino, en el que José Hernández escribió el Martín Fierro. Luego se fabricaron allí, sin métrica ni rima, algunas de las peores ficciones de la Argentina.
¿Cuál de los tantos asuntos en que el Lauchón intervino profesionalmente le valió la muerte? ¿Narcotráfico, contrabando, secuestros, la investigación de la voladura de la AMIA? ¿O una investigación sobre la jefatura de la policía bonaerense? Un allegado a la ex SIDE descarta esta última hipótesis y admite que el asesinato -así lo califica- pudo haber sido un medio para golpear a Stiuso y al organismo, "una represalia por las bandas de narcos que atrapó la SIDE y que tal vez hacían negocios con policías".
En algún momento Leonardo quiso imitar a su padre e inaugurar la tercera generación familiar en la central de espías. "Me dijo que no, que ejerciera mi profesión."
El Grupo Halcón irrumpió en la casa de Rocha Blaquier 1502 por una investigación de narcotráfico a cargo del juez federal de Tres de Febrero, Juan Manuel Culotta. La secuencia, por burda, roza lo irracional.
La intervención del grupo de elite no la dispuso Culotta, quien sí ordenó el allanamiento, sino el jefe de la Subdelegación de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de San Miguel de la policía bonaerense. En esa repartición sabían muy bien quién era el Lauchón. Curiosamente, al frente del procedimiento se designó a un oficial principal de otra dependencia, ajeno a la investigación. El juez ordenó 18 allanamientos aquel 9 de julio, pero el único en el que intervinieron los halcones fue el de la casa del espía. Allí no encontraron drogas ni documentos ligados al narcotráfico; tampoco en la casa de Luciano, uno de los tres hijos de Viale.
En las escuchas telefónicas, el Lauchón habla con un sospechoso de narcotráfico que quería comprar terrenos y viviendas desocupadas con dueños fallecidos, y procuraba su intermediación. "Nunca hablaron de narcotráfico. Hay casi dos años de escuchas, como si alguien hubiera estado a la pesca de un pretexto para actuar contra Viale", afirma Santiago Blanco Bermúdez, abogado de los familiares, que en la causa de la muerte son querellantes, al igual que la ex SIDE.
En la causa de narcotráfico hay cinco procesados enviados a juicio; uno de ellos, el hombre que hablaba con el Lauchón. "Era uno de sus tantos informantes", agrega Leonardo. Y tal vez lo más importante: a la Departamental San Miguel no le interesó averiguar si en su calidad de espía el Lauchón estaba investigando a los narcotraficantes o intentaba infiltrarse en la organización.
Para el juez federal de Morón, Juan Pablo Salas, al Lauchón fueron a asesinarlo. Cuando procesó a diez policías bonaerenses por homicidio calificado -agravado por ser policías- el juez afirmó que entraron sin identificarse provocando la reacción del espía y que, "abusando de su función", lo mataron. El operativo -escribió- fue deliberadamente violento para provocar "la reacción de la víctima" y justificar "la respuesta que terminó con la vida de Viale." Aunque los procesamientos resueltos hace dos meses están apelados, el jefe de Narcotráfico de la policía bonaerense perdió su puesto.
En la causa de narcotráfico hay cinco procesados enviados a juicio ; uno de ellos, el hombre que hablaba con el Lauchón.
El juez comparó la operación con los procedimientos de la dictadura. En su resolución pesó el valiente testimonio de un oficial principal de la Bonaerense que actuó en la causa de narcotráfico y que aclaró que el objetivo del allanamiento se reducía a la búsqueda de documentación. Mientras la investigación sigue, parecería que aquella madrugada se enfrentaron dos piezas ciegas de un juego que les era ajeno por completo: los que fueron a matar al Lauchón, quizá sin saber las consecuencias, y el Lauchón, que tenía que morir para que Stiuso salga herido. Aún se ignora quién movió las piezas.
Cassettes perdidos de la AMIA
Las vidas del Lauchón y de Claudio Lifschitz se cruzaron muchas veces sin que nunca se hablaran o cambiaran un saludo. El camino de tantos cruces fue la investigación de la voladura de la AMIA. "Por lo que leí, fueron a fusilarlo", no duda Lifschitz, abogado, ex oficial de Inteligencia de la Policía Federal y ex prosecretario del ex juez federal Juan José Galeano en la causa AMIA. "En Inteligencia es todo muy sucio", agrega, en un bar de Tribunales, luego de pedirle al custodio que le asignó la Justicia que se siente en otra mesa.
No creo que el Lauchón anduviera en el narcotráfico, no tenía pinta de tener dinero-
Si Galeano ya no es juez y la causa AMIA comenzó a revelarse como un armado cada vez más difícil de ser sostenido, se debe en buena medida a las denuncias de Lifschitz, que le valieron acusaciones judiciales, un secuestro en marzo de 2009 en el que le tajearon la sigla AMIA en la espalda y un intento de asesinato en julio de ese año. También fue abogado de los boliches de Raúl Martins, agente de la SIDE hasta fines de los 70 y "muy amigo del Lauchón y de Stiuso", dice Lifschitz.
"No creo que el Lauchón anduviera en el narcotráfico, no tenía pinta de tener dinero. Era, sí, un hombre de la noche. Alto y canoso, bien vestido, iba mucho a Top Secret, en Artigas al 1400 -recuerda Lifschitz-, y a otros dos boliches de Martins. Le gustaba Top Secret, donde la pared de un reservado permitía acceder a un departamento con salida a la avenida Juan B. Justo. Bebía mucho y alardeaba de su poder y de su lugar en la SIDE. Una noche tomó mucho en otro local de Martins, sacó su arma y disparó hasta que lo desarmaron. Salvo por la bebida, era amable, correcto."
Poco después del intento de asesinato, en 2009, Lifschitz y su custodio de la Federal encontraron en el limpiaparabrisas del auto una servilleta de papel donde estaba escrito a mano "Lauchón".
Del relato de Lifschitz surge que uno de los episodios más oscuros del caso AMIA comenzó en la barra de Top Secret. "El barman era un iraní de unos 30 o 35 años, Ebrahim, a quien Martins propuso como traductor de farsi de la SIDE. Tradujo antes y después de la voladura de la AMIA."
Lifschitz remarca ese "antes y después", porque cuando trabajaba en el juzgado de Galeano descubrió que antes del atentado el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santa Marina, ya investigaba una célula iraní integrada, entre otros, por Khalil Gathea. "Los teléfonos de Gathea y los demás estaban intervenidos irregularmente por la SIDE antes de la voladura. Las traducciones las realizaba el barman Ebrahim, me lo dijo él. Después de la voladura, Ebrahim tradujo muchas grabaciones telefónicas, por ejemplo de Moshen Rabbani [ex agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires]." Son los famosos cassettes con miles de horas de conversaciones que se perdieron. "¿Por qué la SIDE escuchó a los iraníes y lo ocultó? Son 40.000 horas de escuchas desaparecidas", pregunta Lifschitz.
En un libro ya inhallable (AMIA, por qué se hizo fallar la investigación) y en declaraciones posteriores, Lifschitz denunció con documentación que la SIDE había infiltrado la célula de Gathea, pero que días antes del atentado el grupo "se les escapó, lo perdieron, y días después voló la AMIA". En la hipótesis de Lifschitz, el papel entre irregular e inepto de los espías explicaría la extraña actitud de la ex SIDE en la causa. "El Lauchón -agrega Lifschitz- le pidió a Ebrahim que se pegara a Gathea."
Poco después del intento de asesinato, en 2009, Lifschitz y su custodio de la Federal encontraron en el limpiaparabrisas del auto una servilleta de papel donde estaba escrito a mano "Lauchón" y un número de teléfono "de una base secreta de la SIDE en la calle Estados Unidos". Dice Lifschitz: "No lo llamé. Hice la denuncia, igual que había denunciado lo del traductor, pero la Justicia encargó la investigación a la SIDE, principal sospechosa."
"El operativo fue deliberadamente violento para provocar la reacción de la víctima y justificar la respuesta que terminó con la vida de Viale", dice Juan Pablo Salas, Juez Federal de Morón.
Blanco Bermúdez, abogado del Lauchón en la causa "de la servilleta", afirma que el peritaje caligráfico arrojó que no la escribió él, y en cuanto a los cassettes desaparecidos, recuerda que se condenó a un comisario de la Policía Federal.
Otro cruce en sus caminos ocurrió a raíz de una denuncia que, con la asistencia de Lifschitz, una hija de Martins hizo contra su padre por trata de personas, denuncia luego desestimada por la Justicia. "Hubo un pedido al Lauchón para que enviara unos matones a la casa de la hija de Martins, pero chocaron con mi custodia -recuerda Lifschitz-. Tal vez él no sabía a dónde debían ir, porque conocía a la hija de Martins desde que era una niña. Como todo el mundo, ella lo llamaba Lauchón."
"Su trabajo era la noche, en la noche estaban sus informantes. Y a pesar de eso, nunca fue un padre ausente. Y nunca lo vi borracho. Ahora que sí está ausente sentimos tanto su falta", dice Leonardo. Piensa, y agrega: "Conociéndolo, jamás iba a tirotearse con la policía. Cuando yo llegué, a las 8, el Grupo Halcón no dejaba entrar a nadie en la casa, ni siquiera a los de la Bonaerense. Mi madre me contó que un efectivo le preguntó, asombrado: «¿Su esposo era el Lauchón, de la SIDE?»".
En algún momento Leonardo quiso imitar a su padre e inaugurar la tercera generación familiar en la central de espías. "Me dijo que no, que ejerciera mi profesión."
-¿Te dijo por qué?
-Nunca me lo dijo.
Voces en un oscuro episodio
Juan Pablo Salas. Juez Federal de Morón: "El operativo fue deliberadamente violento para provocar la reacción de la víctima y justificar la respuesta que terminó con la vida de Viale"
Claudio Lifschitz. Ex subsecretario federal: "Por lo que leí, fueron a fusilarlo. En Inteligencia todo es muy sucio"
Leonardo Viale Hijo del Lauchón: "Ocho horas antes de su muerte me dijo que había decidido retirarse. Lo apasionaba su trabajo, pero tenía problemas cardíacos y le habían colocado dos stents". "Su trabajo era la noche; en la noche estaban sus informantes"
Un operativo inexplicable.
El 9 de julio de 2013, a las 6, un grupo de asalto táctico de la Bonaerense entró a los tiros en la casa de Pedro Tomás Viale, en Moreno, en un operativo antidrogas.
El Lauchón disparó desde el baño contra quienes irrumpieron en su casa de Rocha Blaquier al 1500, en La Reja, mientras les gritaba que se identificaran.
Recibió once tiros, seis de ellos en el tórax y uno en el rostro.
Él hirió a un policía del Grupo Halcón en un pieEl juez había ordenado 18 allanamientos por el caso.
El único en el que intervino el grupo Halcón fue el de La Reja. Allí no encontraron droga ni otras pruebas.

Caso Nisman

Los últimos días de la víctima

Trescientos treinta metros por segundo. Esa es la velocidad –subsónica–, de la bala que penetró por el parietal derecho y acabó con la vida del fiscal Alberto Nisman. No sufrió. Su muerte fue instantánea, dicen los forenses. Pero lo que gatilló esa sórdida escena en el piso 13 de un departamento de Puerto Madero comenzó un mes antes.
Walter Goobar
Trescientos treinta metros por segundo. Esa es la velocidad –subsónica–, de la bala que penetró por el parietal derecho y acabó con la vida del fiscal Alberto Nisman. No sufrió. Su muerte fue instantánea, dicen los forenses. Pero lo que gatilló esa sórdida escena en el piso 13 de un departamento de Puerto Madero comenzó un mes antes. A mediados de diciembre, el entonces jefe de Operaciones del Servicio de Inteligencia (SI), el ingeniero Jaime Stiuso, sabía que la plana mayor del organismo de inteligencia iba a ser relevada por la Presidenta. Para frenar una nota sobre él que preparaba la revista Noticias, decidió concederle una entrevista telefónica al semanario, la primera en toda su vida. Alberto Nisman, que definía a Stiuso como “una inteligencia privilegiada” y admitía que le tenía una fe ciega, estuvo al lado de Stiuso mientras se desarrolló el diálogo telefónico en el que el guardián de los grandes secretos de la Argentina profirió veladas y explícitas amenazas contra la Presidenta.
La nota salió publicada el 13 de diciembre. El 17, Cristina le pidió la renuncia a Héctor Chango Icazuriaga y Francisco Paco Larcher, los dos máximos jefes de la SIDE que no se atrevían a remover a Stiuso. Sus sucesores, Oscar Parrilli y Juan Martín Mena, debieron ocuparse de desalojar a Stiuso del cuartel general del SI en 25 de Mayo 11, un edificio que el espía pisó por primera vez en 1972 y que en la jerga se conoce como “La Casa”, aunque su verdadero nombre es “Martínez de Hoz”.
Días después, Nisman pidió licencia en la Procuración. Planeaba llevar a su hija a Europa para festejar su cumpleaños de 15. No lo hubiese hecho si –como dijo después–, hubiera tenido un sus manos una causa que venía investigando hace años y que tenía una gravedad institucional tal que no podía esperar el fin de la feria judicial. Una llamada desde Buenos Aires le ordenó volver.
Desde Madrid, se comunicó con el columnista de La Nación Joaquín Morales Solá, para preparar el terreno para su llegada. Pero el periodista que hace tiempo había vaticinado en su programa del canal TN que sólo faltaba un muerto, le respondió que estaba en París, de vacaciones.
El fiscal debió suspender el viaje a Andorra donde planeaba esquiar con su hija y discutió con su ex esposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado, porque quería que la adolescente lo acompañara a Buenos Aires por cuatro días. Su ex esposa no estuvo de acuerdo porque sabía que era imposible que volviera en tan breve plazo. Mientras Nisman volaba a Buenos Aires, la adolescente quedó a la espera de su madre en el salón VIP del aeropuerto de Barajas.
El 12 de enero, Nisman llega a Ezeiza. La cámara de seguridad del aeropuerto muestra que lo recibe un hombre obeso que luce una credencial en el saco y está en una zona restringida de la terminal. Es un agente de la base del SI en Ezeiza. Alguien le había encomendado que recibiera al fiscal. Mientras espera las valijas, Nisman activa su celular. Instantes después hace unas breves y nerviosas llamadas. Alberto Nisman podría haber utilizado la salida VIP, pero prefirió hacer el trámite de salida como cualquier ciudadano. Y partió de la terminal aérea en un Ford Mondeo bordo, patente NJN 733 , custodiado por otro Mondeo gris (NEM 866).
El 13 de enero, Nisman pidió la indagatoria de Cristina Fernández de Kirchner y del canciller Héctor Timerman por una supuesta maniobra de encubrimiento. El escrito, que no iba acompañado de pruebas, es tan endeble y contradictorio que no parece provenir de la mano de Nisman. En cambio, el andamiaje jurídico de la teoría del encubrimiento sí parece provenir de una pluma muy reconocible en el ambiente tribunalicio.
El 14, Nisman se presentó en el programa A dos voces del canal TN. Allí dijo que le había advertido a su hija que podía escuchar cosas feas sobre él. No se refería a la causa AMIA.
La denuncia se fue derrumbando por sí sola: el juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, entrevistado por el autor de esta nota y el colega Ari Lijalad dijo ante los micrófonos de la Radio Pública que el fiscal estaba siendo conducido por aquellos a quienes debía conducir: los servicios de inteligencia y Antonio Stiuso en particular. El ex jefe de la Interpol, una legendaria figura del Servicio Secreto de los Estados Unidos, Richard Noble, fulminó a Nisman desmintiendo que el canciller Timerman hubiese pedido el levantamiento de las Alertas Rojas contra los iraníes requeridos por la Argentina. La embajada de los Estados Unidos y la CIA a las que Nisman rendía pleitesía, según revelan los documentos de Wikileaks publicados por Santiago O’Donnell, lo dejaron en banda. Lo mismo ocurrió con la embajada de Israel y las instituciones judías que no le encontraban ni pie ni cabeza a la denuncia Un sudor frío corrió por la espalda de Nisman cuando imaginó que la presentación prevista para el lunes 19 ante miembros de la Cámara de Diputados podía convertirlo en un hazmerreír.
Podría renunciar, argumentar cansancio moral o aceptar algún trabajo internacional que tantas veces le habían ofrecido. Ensayó los ejercicios de respiración que había aprendido cuando abandonó el psicoanálisis y lo remplazó por los cursos de “El Arte de Vivir”.
El sábado 17 recibió dos visitas de Diego Lagomarsino, este oscuro personaje que –según su versión– le facilitó la pistola calibre 22 que acabó con su vida. Lagomarsino dice que Nisman había recibido una llamada de Stiuso advirtiéndole que su vida corría peligro. Que protegiera a sus hijas y desconfiara de su custodia.
Lagomarsino –que percibía un sueldo de 40.000 pesos–, era el empleado mejor remunerado de la fiscalía y el único que no había presentado currículum ante la Procuración. Una fuente de otra fuerza de seguridad confió a este diario que hace unos años este hacker había ido a ofrecer sus servicios presentándose como experto en pinchaduras clandestinas. Evidentemente, más tarde, o tal vez ya entonces, trabajaba para la SI, dentro o fuera de la nómina. ¿Dónde estaban las dos armas de la que Nisman era legítimo usuario y por qué le llevó un arma que no sirve para defensa, sino que es la favorita de los asesinos profesionales para efectuar ejecuciones tan discretas como precisas?
Tal vez en esa pistola Bersa haya un mensaje encriptado que cualquiera que haya transitado el submundo de la inteligencia conoce: “Elegí, vos o tu hija: o seguís adelante o ya sabés lo que tenes que hacer”.
No dejó cartas. Murió un día 18. Un número que remite a otra fecha fatídica: el18 de julio de 1994, día del atentado a la AMIA.
Miradas al Sur
25 de Enero de 2015
- See more at: http://www.waltergoobar.com.ar/notices/view/1160/los-ultimos-dias-de-la-victima.html

 

1 comentario:

  1. Yo tuve la curiosidad de indagar acerca del caso AMIA y sauqé de Internet un libro denominado "AMIA, la Gran Mentira Oficial" es muy recomendable que la gente interesada lo lea, porque de allí puede haber salido la argumentación de Nisman de procesar por "encubrimiento" al Ex-Presidente Menem y a otros de su gobierno indican a los allegados sirios al presidente que se instalaron en Argentina en ese entonces, y que integraron "La Pista Siria"... mencionan a Al Kassar a Ibrahim Al Ibrahim, a quienes tramitaron para ellos identidad argentina, aparentemente Manzano y Toma y muchas novedades interesantes para investigar la verdad. Aparentemente fué una venganza arabe. La Embajada de Israel, La mdemolición de AMIA y la muerte de Carlitos, dicen que los arabes golpean 3 veces cuando es venganza. Es un libro recomendable y se puede "bajar" de Internet.-

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