No es ningún secreto que los bancos y el Gobierno de EE.UU. están cooperando en aras de beneficiar a su país. Las más sonoras de estas alianzas clandestinas entre los banqueros y los políticos tuvieron lugar el siglo pasado.
"La historia de EE.UU. tiene muchos ejemplos de la estrecha relación entre los principales banqueros y los presidentes. El resultado de tales lazos perennes no es difícil de observar: hay mucho más dinero, con el que se juega, de lo que podría haber, y los bancos están dispuestos a asumir un riesgo mucho mayor porque el Estado los apoya", opina Nomi Prins, exdirectora general de Goldman Sachs y autora del libro 'Todos los banqueros presidenciales: alianzas ocultas que hacen a Estados Unidos más fuerte', citada por el portal de noticias ruso 'Vesti Finance'.
Algunas de esas interesantes alianzas son:
1. La Ley Glass-Steagall
Durante la Gran Depresión —la crisis económica mundial que se prolongó durante la década de los 30— la cúpula de los bancos City Bank y Chase respaldaron la introducción de la Ley Glass-Steagall, que permitía en ese momento difícil trazar la línea de delimitación del sector financiero entre las unidades dedicadas a la banca minorista y comercial. Se trataba de una alianza por la que el poder agradeció a los bancos no solo con un simple "gracias", cuenta Prins.
Algunas de esas interesantes alianzas son:
1. La Ley Glass-Steagall
Durante la Gran Depresión —la crisis económica mundial que se prolongó durante la década de los 30— la cúpula de los bancos City Bank y Chase respaldaron la introducción de la Ley Glass-Steagall, que permitía en ese momento difícil trazar la línea de delimitación del sector financiero entre las unidades dedicadas a la banca minorista y comercial. Se trataba de una alianza por la que el poder agradeció a los bancos no solo con un simple "gracias", cuenta Prins.
2. Ley de Fondos de Inversión
En 1956 el presidente Eisenhower firmó una medida que debería enfurecer a los grandes bancos, pues la Ley sobre las compañías tenedoras bancarias prohibió las actividades interestatales de entidades de crédito y limitó su capacidad para compaginar las actividades minoristas y de inversión eludiendo la ley Glass-Steagall. Pero la norma disponía de un vacío legal que permitía a los banqueros aumentar su influencia. Y ya en 1970 los representantes del mundo financiero comenzaron a cabildear la expansión de este vacío legal, que finalmente lograron.
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