Hombre en llamas

Hombre en llamas
Hombre en llamas. Orozco, J.C. Algunos críticos interpretan el mural como una glorificación de los cuatro elementos, otros ven en cada una de las figuras una simbología inherente al hombre mismo: el hombre teológico (que simboliza la tierra), el cual despierta en el mundo y convierte en dioses los fenómenos naturales que no comprende; el hombre metafísico (que simboliza el viento), el cual empieza a tener conciencia, reflexionando sobre la realidad del mundo; el hombre científico (que simboliza el agua), el cual analiza los fenómenos, los objetos, penetrando con su razón en sus esencias. Finalmente el hombre de fuego que debería simbolizar a Prometeo, el que rebelándose a los dioses entregó a los hombres la chispa del fuego, la cual representa al mismo tiempo la razón y la libertad. Así el hombre, ya libre, crea las artes en su constante lucha de superación; el hombre hecho fuego de pasiones, de anhelos de conquistas, pero sobre todo dueño de su vida, de su destino y de sus decisiones.

domingo, 28 de febrero de 2016

MAESTROS

EMPLEO PUBLICO. CIFRAS VERDADERAS




(Por Mario Hernández para Red Eco) Buenos Aires




De mala leche
En este marco la Vicepresidente, Gabriela Michetti, de visita en Brasilia, concedió una entrevista reproducida por Clarín, donde sostiene que “el gobierno anterior aumentó la planta de la administración pública nacional, provincial y municipal, en 1.500.000 personas”.
Al respecto, Le Monde Diplomatique en su edición de febrero publicó un artículo “El empleo público en debate” de la periodista Verónica Ocvirk, fundado en estadísticas y análisis de expertos en la materia. Veamos qué dicen sobre las cifras.
“La mayor parte del empleo público está hoy en las provincias y se trata de una dotación que en aproximadamente un 70% está formada por docentes, médicos y policías. La administración pública en realidad representa una cantidad de empleados bastante baja”, señala Maximiliano Rey, politólogo, co-profesor adjunto regular de la UBA y autor, junto a Horacio Cano y Arturo Laguado Duca, de El Estado en cuestión, una obra de publicación reciente que analiza las características de la administración pública argentina durante los últimos 50 años.
“Es cierto que la cantidad de empleados públicos creció en los últimos años. Pero también fue un período en el que el Estado se agrandó en el mejor sentido del término, ampliando su rol de regulación, diseminando delegaciones de distintos organismos por el territorio, creando universidades y recuperando empresas públicas. Aún así las cifras que indican la cantidad de empleados públicos no son una locura. A mi entender cuando se habla de “ñoquis” hay detrás una mirada ideológica, porque si bien puede haber sectores del Estado donde se trabaja de una forma más flexible, no es la generalidad de los casos”, advierte.
Otro trabajo, Metamorfosis del sector público nacional, que llevó a cabo el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), en base a los empleados de la administración estatal -Presidencia, Ministerios, Congreso Nacional, Poder Judicial, organismos descentralizados y empresas estatales, sin considerar a los trabajadores municipales y provinciales-, contabilizó en 2015 un total de 773.000 empleados, casi 290.000 más que en 2003, cuando había solo 484.000. 
El mayor incremento se registró en las empresas públicas. YPF con 22.000 empleados, la Administradora de Recursos Ferroviarios con 20.000, el Correo Argentino con 17.000, Aerolíneas Argentinas con 10.700 y Aguas y Saneamiento con 6.000. Se trata en general de trabajadores que eran contabilizados como empleo privado y que se convirtieron en empleados públicos a partir de la estatización de esas empresas.
En segundo lugar aparece la administración central, que creció 44%, unos 100.000 trabajadores, principalmente en el Ministerio de Desarrollo Social y en el Poder Judicial.
Por último, en la administración descentralizada –ANSES, AFIP, PAMI y otros-, se incrementó 41%, incorporando cerca de 90.000 empleados en los últimos 12 años.
Aclarado que 480.000 no es lo mismo que 1.500.000 como sostiene por ignorancia o de mala fe la vicepresidente, cabe preguntarse…
¿Es demasiado grande la planta de empleados públicos en Argentina?
El índice de trabajadores públicos de acuerdo a la población económicamente activa (PEA) puede ser un buen indicador para comparar con otros países. La cantidad de empleados estatales en Argentina, tomando en cuenta tanto a la Nación como a las provincias y municipios, se calcula en 3.700.000, lo cual, considerando una PEA de 22.000.000, arroja que cerca de 17% de los argentinos trabajan en el Estado.
Esos valores demuestran que nuestro país no escapa a la media de la región latinoamericana y que está por debajo de los países desarrollados como Noruega (34%), Dinamarca (32%), Suecia (26%), Francia (22%), Canadá (20%) y el Reino Unido (18%).

Al observar la composición del empleo estatal argentino puede notarse que son las provincias las que han visto aumentar sus dotaciones de trabajadores de manera más significativa, en general por transferencias de personal de salud y educación desde la Nación en las últimas décadas. 
Un estudio de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (Cedlas-UNLP) analiza el papel central que ocupa el Estado en las sociedades y economías nacionales: “Provee servicios básicos como defensa y justicia, ofrece servicios sociales como educación y salud y con frecuencia participa en sectores productivos a través de empresas estatales. Para realizar este vasto conjunto de actividades el Estado emplea a un gran número de trabajadores: de hecho el sector público es, típicamente, el principal empleador en las economías modernas”.
Presentar la idea de un Estado agrandado desmedidamente, como lo hace Gabriela Michetti, persigue generar un clima de opinión favorable a los despidos.
Es normal que se dé cierto recambio en el plantel de empleados públicos al iniciarse una nueva gestión, incluso despidos puntuales en determinadas reparticiones, lo novedoso de la gestión macrista es que se cuentan por miles. Sobre el particular, ayer durante la marcha, el ex diputado Claudio Lozano, indicó que a través del Instituto de investigaciones económicas de la CTA-A, lleva registrados más de 28.000 despidos de empleados públicos. A lo que se agrega que el gobierno reconoció que pueden haber más ya que están analizando alrededor de “25.000 contratos que se habían iniciado en los últimos tres años”.
Esta situación facilitada por un mayor grado de flexibilización, ya que hay una planta permanente muy chica y un enorme sector de contratos de diferente índole: planta transitoria, pasantías, becas, contratos de empleo público, locación de servicio, de obra, con organismos internacionales, con universidades y fundaciones, entre otros, y cada uno con su propia normativa salarial y laboral. Hace 20 años eran más los trabajadores de planta que los contratados, pero esa relación fue invirtiéndose a favor de éstos últimos.
Hugo Godoy, secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), señaló que los despidos masivos son “un disciplinamiento de cara a la próxima discusión salarial”, pero añadió que: “La precarización laboral dentro del Estado, que aumentó durante el kirchnerismo, terminó volviéndose un terreno fértil”.
Desde 2009 solo se llevaron a cabo 13.000 concursos, precisamente para blanquear a esos trabajadores informales, contra los que ahora apunta el Ministro de Modernización, Andrés Ibarra.


ANTE LOS ACUERDOS CONTRA LOS TRABAJADORES...TOMAR LA INICIATIVA

El masivo paro estatal del 24 ha dejado conclusiones políticas de fondo, más allá de una adhesión que superó los cálculos -y la orientación- de sus propios organizadores. El paro recogió la adhesión y simpatía de una clase obrera golpeada por la carestía, los despidos estatales y privados y la persistencia del impuesto al salario. Ello se tradujo en las columnas de los sindicatos y comisiones internas que también pararon y se movilizaron, bajo la acción del clasismo. Pero el 24 también representó un golpe monumental al protocolo represivo de Bullrich-Macri: las “reglamentaciones” redactadas por los burócratas oficiales sencillamente sucumbieron ante la masividad de las columnas de trabajadores -el gobierno debía optar entre una represión abierta, sin la menor condición política para ejercer, o la contemplación de las columnas, que es lo que finalmente hizo. A sólo sesenta días de su asunción, la clase obrera hizo valer un pronunciamiento claro contra la agenda ajustadora y procapitalista del gobierno.
Crisis política
Esta irrupción obrera se produce en medio de una crisis política del gobierno “Cambiemos”. El “rodrigazo” en cuotas o “gradual”-devaluación primero y tarifazo después- terminó sacando a la superficie todas las contradicciones de la quiebra nacional. Para resarcirse del tarifazo, la patronal industrial y agraria reclama otra devaluación, un planteo que se acentúa con la caída de los precios internacionales y el derrumbe de la economía brasileña. La cosecha continúa siendo acaparada, a la espera de una devaluación mayor. Por el mismo motivo, la fuga de capitales y las reservas internacionales han vuelto a drenar. “Gradualmente”, se configura el escenario de una corrida cambiaria.
El desmadre económico acentúa las urgencias oficiales para lograr un socorro financiero internacional. Pero ese auxilio está condicionado al arreglo con los fondos buitre, cuya factura superará los 15.000 millones de dólares. Cuando se suma esa deuda al conjunto de las hipotecas pendientes, se tiene que la deuda argentina se acerca a la mitad de su Producto Bruto, muy por arriba del “desendeudamiento” celebrado por igual por kirchneristas y los actuales oficialistas.
Pero el rescate financiero conducirá a nuevas contradicciones. El gobierno deberá emitir moneda como contraparte de los dólares que ingresen, o sea que el reendeudamiento también será inflacionario.
A partir de este cuadro, un sector de la burguesía y del propio gobierno ha salido a criticar el “gradualismo” y reclama un ajuste fiscal a fondo (tarifazos de todos los servicios y el transporte, despidos masivos en la administración pública) como preludio de un nuevo endeudamiento. Quieren deflacionar la economía por medio de una recesión, cuyo objetivo inmediato sería liquidar el capital sobrante y producir una desvalorización histórica de la fuerza de trabajo, en este caso, por la vía de golpear la capacidad de acción de la clase obrera.
Pacto buitre
Es claro, a partir de lo anterior, que el acuerdo con los buitres sería la piedra angular del nuevo régimen político que quiere poner en pie el macrismo. Los buitres más recalcitrantes exigen que el Congreso derogue primero las leyes cerrojo y de pago soberano como condición para finiquitar un acuerdo. O sea que es el capital financiero quien está diseñando los términos del nuevo régimen político en Argentina. Las diferentes muestras de gobernabilidad que han brindado el kirchnerismo y el pejotismo en estos sesenta días son el anticipo del compromiso político en ciernes para cerrar el acuerdo con los buitres. Por lo pronto, los gobernadores pejotistas -con Urtubey a la cabeza- lo apoyan sin reservas, ya que dependen de él para habilitar una escalada de endeudamiento de sus provincias.
De este modo, el “bonapartismo de verano” que representaba el régimen de los decretazos le abre paso a una coalición de “acuerdos a medida”, según la agenda de la crisis. Es claro que estos acuerdos funcionan sobre la base de componendas y trenzas extraparlamentarias, convirtiendo al Congreso en una mera escribanía. Detrás del folklore de las plazas del aguante, los camporistas mantienen sus lazos politicos y parlamentarios con los gobernadores del ajuste y se han disciplinado a una “normalización” del pejota que tendrá como cabeza a Barrick Gioja.
La izquierda
La huelga y las manifestaciones de este 24 han sacudido esta modorra de pactos, así como la pretensión de confinar la crisis política a un supuesto conflicto entre macristas y kirchneristas. La plaza de este 24 exhibió la verdadera grieta: de un lado, los trabajadores cesanteados o precarizados; del otro, los gobiernos ajustadores, de Macri a Alicia Kirchner, pasando por el massista Morales y los intendentes camporistas del conurbano. Pero más allá de los despidos, la agenda de la clase obrera está sacudida por la crisis de la paritaria docente, donde las marchas y contramarchas oficiales delatan el terror del gobierno a que el ciclo lectivo se inaugure con un paro general docente; por el fiasco del impuesto al salario, donde el decreto macrista ha terminado incorporando miles de trabajadores a esta confiscación, y, naturalmente, por la carestía, que mete mayor presión al conjunto de las paritarias.
La izquierda debe tomar nota de este cuadro y tomar la iniciativa, por medio de una enérgica agitación política. Es necesario explicar a fondo la dimensión nacional e internacional de la crisis en curso, no sólo para que la clase obrera defienda sus conquistas amenazadas sino también para que se erija en alternativa política.
La acción parlamentaria tiene que apuntalar ese objetivo. Una instancia de esta lucha se planteará el 1º de marzo, cuando se inauguren las sesiones ordinarias. Teniendo en cuenta la revulsión popular que provocan los tarifazos, la carestía, el arreglo con los buitres, la estafa del impuesto a las ganancias y el protocolo represivo, nuestros parlamentarios se retirarán de la sesión inicial como expresión de rechazo al paquetazo oficial, al “pacto buitre” y al compromiso de los bloques opositores con el mismo. Convocamos a las fuerzas del FIT y al conjunto de la izquierda a realizar actos y manifestaciones frente al Congreso y a las legislaturas, para expresar ese rechazo y levantar un programa de reivindicaciones populares.   

GANANCIAS: LA GRAN ESTAFA

Los cambios anunciados por el gobierno constituyen un gran fraude. Cada día se suman nuevas evidencias que ponen de relieve esta situación.
 
Primero: la suba del mínimo no imponible terminó siendo sensiblemente menor a lo que se había anticipado, por debajo de lo que surgiría de su actualización por la inflación experimentada desde 2001 en adelante, que resultó del 1.500%. Los 30.000 pesos netos de piso se transformaron en 30.000 pesos brutos. Esto significa que una persona casado con dos hijos que gane 25.000 de bolsillo pasa a tributar ganancias y uno soltero pasa a hacerlo a partir de los 18.900 pesos.
 
Segundo: se mantiene el congelamiento de las escalas salariales sobre las que se aplican las alícuotas. El gobierno de Macri ha señalado que esa revisión queda postergada para 2017.
 
Ambos factores combinados (el mínimo no imponible y escalas) provoca que sueldos de 19.000 queden atrapados por el impuesto y enseguida pasan a pagar las tasas máximas del 27 o el 35%.
 
Tercero: más trabajadores quedarán afectados por el impuesto. En la actualidad, un millón cien mil trabajadores vienen pagando ganancias. Según lo anunciado por el gobierno, 180.000 dejarían de hacerlo. Pero, por otro lado, alrededor de 220.000 se sumarán a la confiscación: por una disposición de 2013 se fijó que quienes cobraban entonces menos de 15.000 pesos seguirían exentos aunque recibieran nuevos aumentos. Ahora tal norma quedará derogada. Cualquier trabajador con un salario que rozara los 15.000 pesos en 2013 supera ahora los nuevos mínimos no imponibles. 
 
Cuarto: esto se suma a 110.000 jubilados que también estaban exentos y ahora quedarán incluidos en Ganancias.
 
Quinto: las proyecciones oficiales omiten la incidencia que tendrán los nuevos aumentos que se pactarán en las paritarias. Dicho aumento provocará que nuevas franjas queden afectadas por el impuesto y que vuelvan a quedar incluidos parte de los que quedaron afuera como resultado de los anuncios oficiales. 
 
Sexto: hasta casi 10 puntos de los aumentos de salarios que se pacten en las paritarias, además, no va a ir al bolsillo de los trabajadores alcanzados por ganancias, sino que van a ser absorbidos por ese impuesto. Se calcula que si los gremios acuerdan un alza salarial del 29,5% al bolsillo, para buena parte de los trabajadores que ganan hoy entre 20.000 y 50.000 pesos, el aumento efectivo será de entre el 20 y 23%. La diferencia quedará retenida por el impuesto (ver nota anexa) .
 
Pacto y ajuste
 
El gobierno plantea que no puede ir más lejos por el costo fiscal que implicarían nuevas cambios. Pero no se ha utilizado esa misa vara a la hora de eliminar las retenciones a las mineras o agropecuarias. El costo fiscal de 49.000 millones que tendría la reforma fiscal actual está -según el gobierno-, sin embargo, por debajo de los 100.000 millones que el gobierno va pagar a los bancos y especuladores por los contratos de dólar futuro que vencen en la primera mitad del año. Pero, incluso esos 49.000 millones de pesos son engañosos, pues si se toman en cuenta los aumentos que se acuerden en las paritarias y los nuevos trabajadores que pasan a pagar el impuesto, lejos de haber una merma terminaría habiendo… un incremento de la recaudación.
 
El gobierno de Macri no puede prescindir del impuesto al salario. La confiscación al salario igual que los tarifazos son la garantía del pago de la deuda a los viejos y nuevos acreedores.
 
El aparato del PJ y la liga de gobernadores acompañan la política de Macri. Hay que tener en cuenta que la recaudación de ganancias es coparticipable y los gobernadores dependen de esa recaudación en momentos que Macri les ha dado vía libre al endeudamiento provincial. 
 
Moyano, Barrionuevo, Caló han declarado que lo anuncios oficiales desnaturalizan lo que se venía prometiendo. Pero no anunciaron la menor acción frente a este nuevo despojo. 
 
Las centrales sindicales le hicieron tres paros nacionales al kirchnerismo por la derogación del impuesto al salario. Si las medidas de fuerza se justificaban en ese entonces, del mismo modo se justifican ahora. Es necesario que los sindicatos convoquen a un paro de 24 horas por la abolición del impuesto al salario. 
 
Un triunfo en la batalla por este reclamo constituiría un golpe al gobierno y un punto de apoyo fundamental para derrotar el paquetazo ajustador. 

MILAGRO SALA ES UNA MONJITA


Ayer, domingo, en Intratables, le preguntaron a Vanoli, el último presidente del Banco Central en la gestión kirchnerista, a cuánto ascendían las pérdidas de la entidad como consecuencia de los compromisos que firmó de venta de dólar futuro (entre enero y junio), a $10.40, especialmente con bancos y cerealeras. Ahora, el Banco deberá pagar a los beneficiarios la diferencia con la cotización actual de la divisa – unos cinco pesos. Ese seguro de cambio fue otorgado cuando el dólar cotizaba en la Bolsa a más de $13 y en el mercado negro entre 14 y 15 pesos. Vanoli se negó en todo momento a dar las cifras estimadas de pérdidas por esta operación. Se justificó diciendo que una victoria de Scioli no hubiera llevado a la devaluación y por consiguiente evitado esas pérdidas. Dijo que cesó con esas operaciones apenas se conoció el triunfo de Macri, pero no por qué no dejó de hacerlo apenas se conoció el resultado que ponía a Macri al borde de una victoria, en especial por el triunfo de María Eugenia Vidal. La decisión final de dejar de operar en el mercado futuro de divisas demuestra que esto mismo podría haberse hecho treinta días antes.
En el programa nadie develó el monto de las pérdidas que habrá que soportar, a pesar de que se encontraba en el estudio un economista y una periodista de economía. El número es de $100 mil millones de pesos, aproximadamente, esto porque los contratos involucran compromisos por u$s20 mil millones. El nuevo gobierno sacó una resolución que sube a $11,20 por dólar la cotización para entregar divisas, que Vanoli había cerrado por $0.80 menos. A la cotización actual de $15.30 el dólar y a la de más de $16 que se estima para marzo en adelante, el costo es de 4 a 5 pesos la diferencia – o sea los señalados $100 mil millones, aproximadamente. Ya se pagaron $40 mil millones por vencimientos diciembre-enero. La suba unilateral del dólar piso, por parte del BCRA, se encuentra desafiado por las contrapartes en sede judicial.
Vanoli procuró minimizar la pérdida, cuyo monto no reveló, asegurando que el Banco Central había ganado $200 mil millones gracias a la misma devaluación macrista que sin embargo repudiaba. Se refería a la valorización que esa devaluación había provocado en los activos del Banco Central – reservas y títulos públicos. La valorización de los dólares en poder del BCRA solo vale como ganancia contable, porque sólo es real si esos dólares se venden a un precio superior al que se compró y entrar pesos al Banco por esa diferencia. La pérdida en el mercado de futuros es, por el contrario, efectiva: el Banco deberá emitir $100 mil millones para cancelar los contratos. Por otro lado, la valorización de los títulos públicos en la cartera del mismo banco determina, además de una ganancia puramente contable, una pérdida para el Tesoro. Los beneficiarios ya advirtieron que no aceptarían ser pagados con bonos, por lo que el Banco Central deberá emitir aquella suma enorme. Como esta cifra representa la tercera parte de la deuda del Banco Central y, por otro lado, de la base monetaria, luego deberá absorber ese dinero sí mediante bonos – los cuales rinden alrededor del 35% anual. O sea que además de la pérdida de $100 mil millones se incurre en otra de $35 mil millones. Todo esto, ¿a cambio de qué?, literalmente de nada.
La responsabilidad del kirchnerismo en esta estafa es patente; la del macrismo es aún mayor. Ocurre que si tenía la intención de devaluar la moneda, debía haber cancelado antes todos esos contratos, esto por medio de una ley de orden público. Lo mismo debía haber hecho, por otra parte, con todos los stocks de cereales retenidos a la espera de esa devaluación. Un cambio de precios relativos en una economía capitalista es algo corriente; otra cosa es premiar una especulación concertada con fondos públicos (contra la moneda nacional, mediante derivados financieros). Esa cancelación habría respetado (si se puede hablar así) la economía de mercado, esto porque mientras Vanoli regalaba divisas a $10.40 diversos operadores canjeaban acciones y títulos públicos en la Bolsa a $14, y los individuos corrientes hacían lo mismo en el ‘blue’ con las cuevas financieras. Kicillof-Vanoli, de un lado, y Prat Gay-Sturzeneger, del otro, han beneficiado, por sumas enormes, a un grupo particular de capitalistas. ¿No es claro que, a la luz de esta estafa, los dos millones de pesos que los punteros de Milagro Sala sacaron en bolsas del Banco Nación de Jujuy, son chirolitas? Los estafadores de alto vuelo pretenden sin embargo que los trabajadores pierdan diez puntos de aumento salarial frente a la inflación y que pierdan cada vez más con el impuesto al salario. El presidente actual del Banco Central se encuentra todavía procesado por una estafa diferente pero similar que cometió, con Domingo Cavallo, bajo el gobierno de De la Rua.
¿Mauricio Macri se referirá a todo esto cuando inaugure las sesiones del Congreso – donde presentará como una victoria el pago de entre u$s 11 y 18 mil millones a los fondos buitres?


Jorge Altamira

CUENTAS NO CIERRAN


sábado, 27 de febrero de 2016

“A wonderful world” ( UN MUNDO MARAVILLOSO)




“Este es un mundo maravilloso” es lo que repetía el estribillo de un famoso tema de Louis Armstrong. Algo muy similar planteó recientemente la revista inglesa “The Economist” en un largo editorial sobre el panorama económico – social mundial de las últimas décadas. Por eso, y más allá de la crisis presente – decía el artículo -, lo que aparece es un “mundo inesperadamente próspero y pacífico”, resultado del “paciente trabajo” desenvuelto por el capitalismo “global”. No habría que dejarse impresionar entonces por el caos financiero y económico planetario actual. Con humor británico el editorial de marras concluye recordando la consigna del Foro Mundial que debutara en Porto Alegre algunos años atrás: “otro mundo es posible”. Y será aún mucho mejor: la globalización capitalista “lo está haciendo” (1)..
Pobreza y fraude estadístico
El editorial de marras, siguiendo la tradición anglosajona, privilegia los “datos” que probarían su tesis con la asepsia propia de la estadística y la contabilidad. El más significativo sería la disminución de la extrema pobreza que caracteriza a las personas que viven con un ingreso máximo de un dólar por día. La población en estas condiciones, según los datos del Banco Mundial, ha caído vertiginosamente en el último cuarto de siglo, en todo el mundo y en China en particular. La editorial, claro, no toma nota de las críticas de los especialistas a la a la metodología con la cual el Banco Mundial estima el poder adquisitivo del dólar para las diversas economías ni la arbitrariedad de establecer la medida de extrema pobreza en el nivel de un dólar por día, como si un ingreso superior a los 30 dólares mensuales, permitiera caracterizar a una persona como “no pobre”. El asunto es tan ridículo que en China, inclusive representantes de institutos oficiales de estadística reclamaron meses atrás que se eleve la equivalencia en la moneda local a esa línea de “extrema pobreza”, que se contabiliza no en un dólar sino en 20 centavos de dólar y que subestima groseramente la realidad (2). Parece que no solo en el INDEC se cuecen habas.
Un importante trabajo sobre la pobreza en el mundo señala que la línea de la pobreza debería situarse en un nivel superior (entre 2 y 3 dólares diarios) al de un dólar diario para ser más realista. Y si el umbral de pobreza se considera no en el nivel de 1 sino de 2,15 dólares diarios, la pobreza mundial habría aumentado durante los noventa. La población mundial que subsistía por debajo de este umbral en 1987 ascendía a 2.549 millones de personas y se situó en 2.812 millones en 1998. Bien es cierto que, excluyendo a China del cómputo, el crecimiento de la pobreza sería aún mayor, pasando de 1.797 millones de personas en 1987 a 2.178 millones en 1998. Pero en China, además, “la mayor parte de la reducción de la pobreza se produjo antes de que se iniciara la apertura comercial y financiera, con lo que no puede ser esta última el principal motor de la caída de los niveles de pobreza de ingreso en este país” (3). Aunque la pobreza no haya bajado, “The Economist” indica que una gran caída de la tasa de natalidad en el mundo, evitó una catástrofe demográfica. En realidad, el menor número de nacimientos por habitante se debe contradictoriamente al aumento descomunal de la explotación de la mujer y de los niños incorporados al circuito de la producción capitalista
Mujeres y niños esclavizados
La revista norteamericana Forbes, en su número de enero último (4), acaba de detallar en una larga nota el aumento pavoroso del trabajo infantil en condiciones de semiesclavitud en la lndia. El caso importa porque, junto con China, India es tomada como el ejemplo de las bondades del capitalismo cuando este avanza sobre los países atrasados. Sólo en 2007 420 mil chicos menores de 18 años fueron empleados en la India en el cultivo de algodón realizado, con las más modernas semillas genéticamente modificadas y en tierras compradas por gigantes capitalistas como es el caso de Monsanto, citado por la revista. Según una investigación de la fundación “Global Research”, que estudia las condiciones del trabajo rural en India, en el caso de las “modernas” empresas algodoneras estudiadas en cuatro provincias indias, el 54% de la fuerza trabajo estaba constituida por menores de 14 años ilegalmente contratados (5). Según Forbes cuando estos niños, que trabajan de sol a sol, están “en blanco”, cobran 20 centavos de dólar la hora. ¡Y para el Banco Mundial no son más pobres! Hay que agregar que en la tropa de niños semiesclavos figuran cantidad de huérfanos de padres que eran pequeños productores rurales y que se suicidaron en masa en la India en los últimos años, arruinados por hipotecas impagables en medio del enorme “progreso” capitalista en el campo. Una “epidemia” que dio lugar a campañas especiales de variadas ONGs que difundieron el asunto ya hace dos o tres años. En toda Asia, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, 100 millones de chicos “trabajan” en la agricultura en la zona del Asia-Pacífico.
Otro meduloso trabajo, publicado esta vez en Francia en el año 2005 sobre este tema, revela las aristas más terribles de esta incorporación en masa “a la producción” de mujeres y chicos: el volumen alcanzado por la trata de personas a nivel mundial (¡principalmente mujeres y niños!) supera ahora la del tráfico de esclavos en los siglos XVI y XVII. Y buena parte del tráfico actual está dirigido a la explotación sexual organizada bajo criterios capitalistas (6). En Asia, cuyo “desarrollo” The Economist no cesa de alabar, tenemos el caso de Tailandia cuyo producto bruto se encuentra determinado en parte muy significativa por el “turismo sexual”. Recordemos que esta “industria” fue promovida “estatalmente” con el suministro de prostitutas en masa para los ejércitos invasores en Asia, primero en Corea y luego en Vietnam.
La semana pasada, uno de los más importantes diarios italianos tituló en letra catástrofe: “600 mil esclavos en Europa” (7). El informe se sencillamente devastador: “los esclavos del 2000 son sobretodo mujeres y niños listos para satisfacer un mercado siempre exigente y en expansión: pedopornografía, disfrute sexual, comercio de órganos, trabajo forzado… (Es la) compraventa de carne viva. Son 27 millones de esclavos en un negocio de 30 mil millones de dólares, según cifras aproximadas y que siempre subestiman la escala del fenómeno”. El tráfico de personas rivaliza ya en el mercado internacional con otros negocios también “prósperos”, diría “The Economist”, como son el de las drogas y el de las armas. Sí, un “mundo maravilloso”.
Paz, salud y tecnología
Haciendo gala no ya de humor inglés sino más bien de cinismo, la revista británica justifica su tesis sobre un mundo más “pacífico” con el argumento de que en las últimas décadas cayó el número de víctimas en guerras y conflictos armados. Esto no lo cree ni el editorialista de turno obligado a admitir que las cifras que menciona pueden contener “errores” y ser “poco confiables”. Por supuesto, no hay ni una palabra sobre la masacre humana en Irak donde las víctimas se contabilizan en centenares de miles, ni tampoco sobre el mayor campo de concentración a cielo abierto en Palestina o sobre la barbarie en Yugoslavia y Afganistán, en plena época de “globalización”. ¿Y sobre Rusia que ha sufrido con la restauración la mayor debacle económica y social que se conozca en la historia contemporánea sin mediar una guerra? Ni una mención. ¿Y sobre la catástrofe ambiental gigantesca que se desarrolla en China con la invasión de la producción capitalista? Tampoco.
Al hablar de lo que “The Economist” llama las “mejoras” en el nivel de la “salud” de la población mundial, los “datos” tienen el mismo rigor que las cifras que utiliza sobre la pobreza del Banco Mundial; es decir, son un fraude. El propio artículo, además, aclara en menos de un renglón que las supuestas evidencias de un mejor pasar para la humanidad en términos de salud en el planeta, “no incluyen a África”. Lo que no aclara es que el continente es arrasado por la extensión del SIDA que mata a millones de seres humanos en la perspectiva inédita de un genocidio continental sin precedentes desde la peste que diezmó a la Europa medieval. Esto, mientras los grandes laboratorio fabrican drogas y vacunas contra la variante de la enfermedad en el llamado primer mundo, que ha reducido enormemente la mortalidad en EEUU y Europa. Los negros, como se sabe, no serían seres humanos, es lo que faltaría agregar al respecto.
“The Economist” debe admitir que entre los “datos” que maneja y manipula hay que incluir el “incremento de la desigualdad” a nivel planetario pero adjudica el fenómeno a la… “tecnología” que ahorra trabajo humano. Lo que no explica es porque un beneficio para la especie –sustituir la penosa labor del hombre por la máquina- se transforma en penuria miserable para millones de hombres, mujeres y niños del planeta entero. Pero es además otra macana porque lo que caracteriza el crecimiento de la actividad capitalista en las últimas décadas es la bajísima inversión en lo que se denomina investigación y desarrollo y nuevo equipamiento, con relación a los ciclos previos. Por otra parte, ¿que significa “tecnología” así a secas? El uso de los avances más importantes en la industria de punta de la informática se concentra en las instituciones financieras y en el negocio bursátil mundial, que están cayendo como patitos en una kermese. La revista británica no sólo se jacta de las cifras de crecimiento económico de los últimos años en momentos en que inicia el derrumbe. Ni se le ocurre ponderar el parasitismo y la especulación que dominaron las recientes “expansiones” económicas que incluyen la prostitución, el narcotráfico, la trata de mujeres y chicos, y la burbuja de un capital ficticio sin precedentes destinado a desmoronarse. Ninguna cifra de “crecimiento” de la actividad capitalista puede sustituir el análisis sobre su naturaleza y dinámica específica.
Crecimiento y miseria
El progreso económico del capital no es incompatible con la mayor explotación del trabajo ni con la miseria social sino que recrea uno y otra cosa sin césar. Y no sólo en China e India. Una reciente encuesta en el corazón de la primera economía del mundo, EEUU, revela que el ingreso disponible de los hogares yanquis aumentó era de la “globalización” con la incorporación de la mujer al “mundo del trabajo” y, por supuesto, con el endeudamiento creciente. Pero el salario de los trabajadores cayó, es decir la tasa de explotación aumentó y el progreso histórico general que implica arrancar a la mujer de la esclavitud hogareña se transforma en un retroceso en las condiciones de vida y del desamparo familiar que enajena al hombre y la mujer en el mundo globalizado.
Lo que vale para todas las época del desarrollo capitalista se acentúa en una época de decadencia histórica como la presente. Un siglo y medio atrás, un medio de prensa también inglés, que no era “The Economist”, se decía: “(con el capitalismo) han despertado a la vida unas fuerzas industriales y científicas de cuya existencia no hubiese podido sospechar siquiera ninguna de las épocas históricas precedentes. Por otro lado, existen unos síntomas de decadencia que superan en mucho a los horrores que registra la historia de los últimos tiempos del Imperio Romano…Las fuentes de riqueza recién descubiertas se convierten, por arte de un extraño maleficio, en fuentes de privaciones". Eran las palabras de un discurso pronunciado por Karl Marx el 14 de abril de 1856 y publicado en el periódico People's Paper del 19 de abril de 1856 (acaban de ser recordadas en la página web de una organización socialista también británica).

(1) “The Economist”, 26/1/08
(2) “Economistas chinos piden que Gobierno aumente el umbral de pobreza del país” en www.noticias.notiemail.com
(3) Ver Olivié, Iliana, “Globalización para reducir la pobreza. ¿el modelo chino?” en www.realinstitutoelcano.org/documentos/202.asp
(4) publicado el 25 de enero de 2008
(5) citado por Forbes.
(6) ver “Prostitution, la mondialisation incarnée” en “Alternatives Sud”, 2005 revista publicada por el Centre Tricontinental de Bélgica
(7) ver Corriere de la Sera, 13 de febrero.

América Latina y la crisis mundial

La bancarrota capitalista internacional no sólo golpea con toda su fuerza a América Latina. Además, pone de manifiesto los límites insuperables del nacionalismo de contenido capitalista para sacar al continente de la opresión, el atraso y la miseria social.
            Durante la primera fase de la crisis internacional, que estalló con la quiebra de Lehman Brothers, el ciclo especulativo, que se había concentrado en las burbujas inmobiliarias de Estados Unidos y parte de Europa, se trasladó a la periferia del mundo. La fabulosa masa de recursos monetarios que los Estados pusieron en circulación para rescatar a la banca en quiebra recreó otra burbuja: esta vez, con la deuda pública y privada de los llamados países “emergentes” y con sus mercancías exportables.
            En América Latina, las experiencias nacionalistas o 'progresistas' que emergieron de las crisis sociales y rebeliones contra el 'neoliberalismo' noventista creyeron ver su oportunidad y alimentaron la ilusión de prolongar sus gobiernos por décadas. Mientras tanto, la contradictoria 'bonanza' que llegaba como producto de la crisis mundial era brutalmente dilapidada por las camarillas capitalistas locales: los beneficiarios de los altos precios de las materias primas fueron la boliburguesía venezolana, la patria contratista brasileña -hoy sentada en el banquillo del “Petrolao”- o los Cristóbal López o Lázaro Baez en la Argentina. Los fabulosos ingresos de la exportación actuaban como garantía de un nuevo ciclo de endeudamiento (con excepción del kirchnerismo, que reemplazó al mercado internacional de deuda por el saqueo de los fondos previsionales y los bancos estatales). Mientras invocaban al 'modelo productivo', las experiencias nacionalistas continentales agravaron la primarización económica y la desindutrialización. De ese boom ficticio, las masas latinoamericanas sólo recibieron la carestía alimentaria, la precarización laboral y un agravamiento de la polarización social, que los gobiernos atendieron con medidas asistenciales.
            El estallido de las contradicciones de la economía china, con el desinfle de su propia burbuja inmobiliaria y su sobrecapacidad industrial, abrió paso al derrumbe de los precios de las materias primas. En ese cuadro, las ilusiones de prolongar el ciclo anterior con una nueva asociación con el capital extranjero, de la mano de la minería o de la explotación no convencional de hidrocarburos, llega a su fin. América Latina ingresa definitivamente en el vendaval de la bancarrota capitalista, de las crisis políticas y las rebeliones populares.

                                   Venezuela, Brasil y los demás
 Este es el telón de fondo de las crisis y transiciones políticas que envuelven a la región.
            La descomposición del régimen venezolano no reconoce límites, al compás del derrumbe internacional del precio del petróleo, la carestía, el desabastecimiento y la fuga de capitales. La crisis está arrasando con las propias conquistas bolivarianas, desde el control nacional de PDVSA hasta las medidas sociales sobre los más explotados. La contracara de este proceso es el fabuloso enriquecimiento de la camarilla capitalista ligada al gobierno chavista, que accede privilegiadamente a las divisas que se obtienen en el mercado oficial. El boicot económico derechista que se desenvuelve contra el gobierno -y que tiene una de sus mayores expresiones en el contrabando de petróleo- es consecuencia, sin embargo, del fracaso del intervencionismo estatal, que nunca alteró la base de la gestión capitalista de la economía. Una aguda expresión de esta crisis es el conflicto fronterizo con Colombia, en el marco del intenso contrabando que explota la baratura del petróleo venezolano, de un lado, y la penuria de alimentos en ese país, del otro. La decisión de prohibir el tráfico de personas en la frontera y de deportar más de mil colombianos, por parte del régimen de Maduro, muestra el abandono de cualquier planteo bolivariano o latinoamericanista para abordar la crisis. El chavismo llega a las próximas elecciones parlamentarias de diciembre en medio de un manifiesto inmovilismo, que apenas disimula (como ocurre en Argentina) las medidas de ajuste que se preparan para el período posterior. La derecha, por su parte, aspira a una victoria que la habilite a impulsar un referéndum revocatorio del mandato presidencial. Los próximos meses, por lo tanto, serán decisivos para el desenlace de la crisis venezolana.
            En Brasil, el nuevo mandato de Rousseff se abocó a contener el reflujo de capitales con medidas de ajuste contra los salarios y el gasto social. Nada de esto impidió la ascendente fuga de capitales y su consecuencia, la devaluación del real. El tobogán económico se ha conjugado con una crisis política de fondo, donde las denuncias de corrupción que apuntan al corazón del aparato estatal delataron el completo entrelazamiento de la cúpula del Partido dos Trabalhadores (PT) con la gran burguesía brasileña. El "petrolao" y sus coletazos, de todos modos, tiene como telón de fondo a una disputa entre esa gran burguesía y el capital extranjero, que reclama una apertura económica y comercial que termine con las preferencias del régimen en favor de la gran burguesía. Pero las medidas del gabinete Rousseff en esa dirección no han sido suficientes. En las últimas semanas, y mientras Lula viajaba a la Argentina para expresar su apoyo al candidato oficial Scioli en nombre de la “unidad latinoamericana”, el neoliberal ministro de economía de Rousseff buscaba contener una nueva corrida cambiaria con mayores medidas de ajuste contra los explotados brasileños. Hasta el asistencialismo oficial, que contuvo la agudización de los antagonismos sociales del continente bajo el llamado “viento de cola”, amenaza ser desmantelado bajo el impacto de la bancarrota capitalista.
            La crisis mundial ha golpeado también la base de sustentación rentista de los gobiernos de Bolivia y Ecuador. En este último país, la caída del precio del petróleo ha colocado en la picota al andamiaje económico y social del gobierno de Correa, y a su régimen monetario dolarizado. En ese cuadro, se han producido importantes acciones de lucha contra las restricciones al derecho de huelga y la organización sindical, y los tarifazos en el transporte. En Uruguay, el nuevo gobierno de Tabaré Vazquez ha sido 'recibido' con una ola huelguística comandada por la docencia, en un cuadro de intensa delimitación y debate en las organizaciones obreras.
            En Bolivia, la respuesta del gobierno de Evo Morales a la declinación económica -signada por la caída de las ventas externas de gas y de la exportación minera- han sido los despidos y jubilaciones forzosas. Las huelgas y movilizaciones en la región minera de Potosí, reclamando por las promesas incumplidas en materia de infraestructura social e industrialización, revelaron el carácter parasitario del boom extractivista que atravesó a Bolivia y a toda América Latina: la época de vacas gordas no dejó nada a sus pueblos; la crisis, en cambio, trae medidas de ajuste.
            Argentina, por su parte, se acerca a una elección presidencial signada por el agotamiento del régimen de emergencia y arbitraje que caracterizó al kirchnerismo. El rescate de la deuda pública y de las privatizaciones en base al presupuesto público, los fondos previsionales y las reservas internacionales ha conducido al país a las puertas de una nueva quiebra. La burguesía reclama la vuelta al financiamiento internacional, que exige como condición un ajuste -devaluación, tarifazos, contención salarial- cuyo alcance supere el que ya ha puesto en marcha la actual administración kirchnerista. Con sus matices, los candidatos que se disputan la sucesión presidencial -Scioli, Macri, Massa- se han comprometido con esta orientación, al igual que la seudoprogresista Stolbizer.

Fracaso de la unidad continental
Los gobiernos nacionalistas o “trabalhistas” han fracasado también en todos los planteos de unidad continental que pergeñaron en estos años. El Mercosur nunca pudo superar el marco de un conjunto de arreglos comerciales en beneficio los monopolios capitalistas que operaban en sus propios mercados -en primer lugar, de la industria automotriz. Luego, nació la Unasur, bajo la presión bolivariana y de las contratistas brasileñas que aspiraban al desarrollo de una industria de armamentos bajo su éjida. La meta más ambiciosa de esta etapa, el Banco del Sur, fue acariciada al compás del boom especulativo de las materias primas y de los flujos de capitales. Hoy, todos estos planteos se encuentran reducidos a la nada: la crisis mundial ha agravado todas las disputas comerciales al interior del Mercosur. A su vez, las burguesías regionales buscan arreglar por separado con la Unión Europea y otros bloques, para sacar a flote al hundimiento de sus exportaciones. El planteo de la integración regional sólo sirvió para reforzar al gran capital agrario (soja), la expulsión de campesinos, la expoliación minera y el reendeudamiento internacional. Finalmente, la carrera devaluatoria al interior de la región es una competencia por la mayor explotación y precarización de los obreros de sus respectivos países -en este consiste las invocaciones a la competitividad de los economistas de Massa, Macri o Scioli en Argentina, o el llamado a reducir el “costo Brasil” por parte de sus similares en aquél país.

Derecha
  Un denominador común en la declinación de los gobiernos nacionalistas o 'progresistas' es la emergencia de variantes derechistas, que se sirven de la crisis para promover un recambio político y un viraje decidido en favor del capital internacional. Ello está presente en la agitación derechista en Venezuela, aunque el imperialismo apuesta aún a un relevo del chavismo en el marco de los remedios institucionales. Lo mismo ocurre en Brasil, a caballo de la descomposición del PT, e incluso en la Argentina, con la tentativa de levantar una oposición a partir del derechista Mauricio Macri.
            Las salidas derechistas o de ajuste, sin embargo, tropiezan con los límites de la actual situación internacional, caracterizada por las crisis nacionales, las rebeliones populares y los bruscos desplazamientos políticos. En este cuadro, debe consignarse la victoria de la izquierda en Grecia, los traspiés experimentados por la Unión Europea y Estados Unidos en sus intentos por quedarse con Ucrania y la actual catástrofe humanitaria de los refugiados, que agudizó la crisis al interior de la Unión Europea y trasladó a su geografía las consecuencias lacerantes de las guerras de ocupación imperialistas sobre Medio Oriente. Por eso mismo, y por el cuadro internacional que enfrenta, el imperialismo no tiene hoy a la vertiente derechista como su variante principal. En cambio, la orientación central del departamento de Estado pasa por la política de contención y de acuerdos, como se expresa en el diálogo con Cuba y en el acuerdo con las Farc. La reciente gira del Papa buscó apuntalar esta política. La tentativa de una integración plena de Cuba al mercado mundial capitalista choca, sin embargo, con las tendencias de la propia bancarrota internacional. El imperialismo le exige al régimen cubano el levantamiento de todas las barreras a su penetración, y la liquidación de conquistas históricas de sus explotados. Pero tiene muy poco para ofrecerle, en el marco de su propia crisis. La transición que enfrenta Cuba, por lo tanto, debe apreciarse en el conjunto del escenario internacional y del propio continente.
            La inviabilidad de las salidas derechistas se adivina en las propias medidas de ajuste que están adoptando los nacionalistas o progresistas en respuesta a la crisis, como ocurre en Brasil y otros países de la región, y que han dado lugar a fuertes respuestas populares.
            El fantasma de la derecha, de todos modos, no deja de ser invocado por los nacionalistas o 'progresistas', no para oponerles una orientación antagónica, sino como extorsión contra la clase obrera y los explotados del continente: según ellos, los que viven de su trabajo deberían estrechar filas con los Maduro, Rousseff, Evo o CFK-Scioli, para evitar un nuevo despojo de sus condiciones de vida. El chantaje, sin embargo, no tiene otro propósito que crear las condiciones de ese despojo… a manos de los supuestos 'progresistas'. Es lo que ocurrió en Brasil, cuando Rousseff ganó su reelección agitando el fantasma de la derecha para poner en marcha un ajuste feroz apenas asumió.
 El lugar de la izquierda revolucionaria
La crisis continental y el descalabro bolivariano o centroizquierdista abre, por lo tanto, un inmenso campo de intervención política para la izquierda revolucionaria. “A nuestra izquierda está la pared”, una de las frases características de Cristina Kirchner, retrata el esfuerzo del nacionalismo burgués para contener dentro de sus límites a los explotados argentinos. Pero el desarrollo del Partido Obrero y del Frente de Izquierda, como expresión política independiente de los trabajadores, ha desafiado esa pretensión. Como nunca, la crisis mundial -y su desembarco brutal en la región- pone a la orden del día la lucha por partidos revolucionarios, en la perspectiva de la unidad socialista de América Latina.
Marcelo Ramal. Octubre 2015

domingo, 21 de febrero de 2016

OTOÑO CALIENTE se viene...


Papeloneros y ajustadores

El retroceso del gobierno en el anuncio de un porcentaje para la paritaria docente ocupa parte de los análisis del domingo. Pero solo ocurre en Pagina 12. Para el resto de los diarios, pareciera que tal hecho no ocurrió.
Rememorando la historia reciente, Mario Wainfeld escribe que “el mecanismo de las distintas paritarias docentes articuladas se implantó durante los gobiernos kirchneristas. Su función era y es tratar de reparar las secuelas de la política noventista, que provincializó funciones del Estado nacional sin trasladar los recursos correspondientes a los territorios (…) La PND se negocia con las centrales nacionales del sector y fija el sueldo mínimo inicial para maestro de grado. Garantiza un piso que debe ser respetado por las provincias. El resto de la escala se pacta en cada jurisdicción”.
Sin embargo, la PND no solucionó el problema más que en apariencia. La ayuda a las provincias se limitó a dictar una norma que, en muchos casos, no era tomada en cuenta por las administraciones de los distritos.
La funcionalidad esencial de la PND fue política, limitando la posibilidad de que existiera una gran lucha nacional docente por salario. CTERA, en tanto federación nacional, dejó aisladas muchas luchas provinciales, después de la mentada firma de la PND. funcionó como una federación que no federaba la lucha.
El periodista añade que “Prat-Gay amenazó a los sindicalistas que irán a negociar convenios colectivos. Les espetó que deberán calibrar que estarán en juego aumentos versus despidos y que cada cual debía saber dónde le apretaba al zapato (…) Toda la comunicación del macrismo divulgó ese criterio. Un 30 por ciento era el techo-tabú, inalcanzable. El acuerdo entre las partes de la PND horadó el cielorraso, de cualquier modo que se lo mire”. Esa fue la razón del bochornoso retroceso del gobierno.
Por su parte, en el mismo diario Horacio Verbitsky señala que “desde que el menemismo transfirió los servicios educativos a las provincias, la paritaria nacional fija un nivel que sirve de referencia para las negociaciones de cada jurisdicción subnacional (…) La paritaria docente remite una vez más a una cuestión central, que es la estructura tributaria argentina y la relación con las provincias (…) el conjunto de las provincias sólo financia con recursos propios el 37,41 por ciento de sus gastos, mientras depende de las transferencias nacionales por coparticipación para el restante 62,59 por ciento (…) esta proporción global es significativa del grado de centralismo al que se ha llegado (…) No es de extrañar que sus gobernantes y legisladores estén entre los mejor dispuestos a acompañar las iniciativas del gobierno nacional, aduciendo que así defienden la gobernabilidad”.
Es cierto. Nadie debería sorprenderse de que sean lo más oficialistas que sea posible. Ya lo mostraron bajo el kirchnerismo, donde personajes reaccionarios como Insfrán (Formosa) o el ahora “archi-traidor” Juan Manuel Urtubey (Salta) defendieron un discurso sobre los DDHH mientras en sus provincias mandaban a las fuerzas policiales a reprimir y asesinar a los integrantes de la comunidad qom. Eso fue llamado, por cierta intelectualidad y periodismo progresista, una “contradicción del modelo”.

Poco festejo

El aumento del mínimo no imponible para Ganancias y el anuncio de que las escalas recién se podrían modificar en 2017, previa aprobación de un proyecto de ley, dejaron más amargura que alegría en sectores de la clase trabajadora. Es otro de los temas de este domingo.
Mario Wainfeld señala que el cambio “anunciado con bambolla, supo a poco aún para los jerarcas sindicales más condescendientes. Para empezar se postergó sin fecha la presentación de un proyecto de ley que reforme las escalas y las alícuotas, fije criterios de actualización anual. Y, de modo más general, regenere el desbarajuste que es el régimen actual, se esté o no de acuerdo con él”.
Verbitsky agrega que “la disposición (que Macrì comunicó en los términos genéricos que le recomiendan sus asesores, ante una estupefacta audiencia de sindicalistas y gobernadores que recién después de la explicación complementaria de Abad comenzaron a sospechar con decepción de qué se trataba) es un parche menor, anunciado para simular el cumplimiento de un slogan de la campaña electoral, cuando Macrì dijo con su soltura habitual que suprimiría ese impuesto”.

Inflación y (neo) relato

Si algo pone en crisis lo limitado de los anuncios de Macri es el intento de contener las paritarias, en el marco de una inflación creciente.
Dando cuenta de ese tema, Horacio Verbitsky señala que “la idea de culpar por cualquier problema al gobierno anterior goza de alto consenso y Macrì planea llevarla al paroxismo en su discurso del lunes 1º ante la Asamblea Legislativa. Pero en este tema sólo le llevó dos meses descubrir lo que su predecesor aprendió en años: maquillar las cifras u ocultarlas puede convenir en el muy corto plazo pero muy pronto se vuelve en contra”.
Por su parte, en La Nación, Morales Solá relata que esta semana “se vio algo extraño. Una foto de Mauricio Macri con la cara de hombre enojado (o preocupado, quién lo sabe) (…) Macri y sus ministros estaban hablando de la inflación (…) Macri quiso que los argentinos conocieran esa cara de enfado o de inquietud (…) La primera conclusión es que el jefe del Estado tomó nota de cierto malestar social por el precio de las cosas y que decidió que se supiera que el malestar lo comprende también a él”.
Líneas más abajo, el columnista afirma que “en el gobierno de Macri hay buenos economistas: Prat-Gay, Melconian y Federico Sturzenegger, entre los que más resaltan. ¿Por qué no hacer con todos ellos un equipo capaz de construir una política antiinflacionaria? ¿Qué es lo que lo impide?”.
“Nada” se podría responder. Salvo sus propias medidas económicas y sociales que han sido las responsables de la inflación creciente de los últimos meses. El hecho de que el gobierno hable de una inflación “heredada”, de “años”, no puede ocultar los resultados de la devaluación, la eliminación de controles, el fin de las retenciones a los productos agrícolas y, muy pronto, los tarifazos. Como se señaló esta semana que en la edición de La Izquierda Diario, la inflación que preocupa a Macri es el resultado de su propia política económica.
Buscando tirarle una soga el gobierno, quien escribe hoy es Jorge Lanata, que desde Clarín le pide a Macri que “haga pública” la “herencia recibida”. Afirma que “mientras el kirchnerismo residual se transforma en un vodevil con un poco de Shakespeare y mucho de Darío Víttori, el nuevo gobierno no se decide a hacer público lo que en otros países se llamaría “el estado de la Nación” (…) Hay quienes dicen, en el macrismo, que esa actitud obedece a una estrategia de imagen para no hablar del pasado (…) pero la Argentina tiene derecho a saber cuál es su estado”.
Sigue a eso, una larga lista de datos que dan cuenta de los problemas sociales que dejó el período kirchnerista. No son nuevos. Fueron denunciados desde las organizaciones sociales, populares, de trabajadores y la izquierda durante años.
Termina Lanata señalando que “si Macri se decide a dar el detalle de todos los números podrá saberse sobre quién recaerá el ajuste; quiénes están peor y quiénes necesitan ayuda urgente. Y, también, quiénes pueden ayudar al resto a salir de la mentira en la que vivieron”.
El problema del periodista es que el ajuste de Macri ya recae sobre los sectores populares, mientras las medidas que toma el gobierno garantizan elevar las ganancias de sectores beneficiados durante el período previo, como los pulpos sojeros y las mineras.

El editorial gorila del día

Desplazando a Morales Solá, este domingo la tarea la lleva adelante Eduardo Van der Kooy desde Clarín. Ignoramos si trabajan coordinadamente o se trató de una cuestión azarosa.
Defendiendo el protocolo presentado por el gobierno y la detención permanente de Milagro Sala, escribe que “el conflicto con Sala y la pretensión de ordenar la calle los obligaría a incursionar en un terreno donde todavía andan a tientas. En el cual el kirchnerismo en retroceso continuaría conservando la iniciativa cultural. La oposición mayoritaria ha encuadrado ambos casos, con astucia inocultable, en la supuesta defensa de los derechos humanos”.
La “astucia” de quienes defienden el derecho a peticionar y a la protesta se halla encuadrada legalmente. Es más, tiene rango constitucional. Que la clase capitalista no respete su propia “Carta Magna” no implica que no haya una raíz social e histórica en la defensa de esas libertades democráticas. No hay “supuesta” defensa de los derechos humanos.
Agrega Van der Kooy que “Sala fue detenida hace más de un mes (…) El kirchnerismo responsabiliza a Morales de manipular presuntamente las decisiones de la Justicia provincial. Nunca un recuerdo viene mal. El peronismo gobernó Jujuy desde 1983 hasta el 10 de diciembre último. Al menos dos de los tres funcionarios judiciales que intervienen poseen más de 20 años de antigüedad en sus cargos”.
Como es conocido en todo el país, Gerardo Morales realizó en los hechos una intervención al Poder Judicial, que terminó dando por resultado un tribunal superior adicto. Ese poder judicial es el que mantiene encerrada a Milagro Sala. De “independencia de poderes”, ni rastros.
Prosigue Van der Kooy afirmando que “la ministro Bullrich avanzó con el protocolo para encuadrar los piquetes callejeros pero el kirchnerismo y la izquierda denunciaron de inmediato una criminalización de la protesta social. Sobre aquella necesidad había consenso desde hace tiempo. Cristina planteó la cuestión en su discurso de marzo del 2014 al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. Incluso la diputada ultra K Diana Conti anduvo meneando un proyecto (…) El momento elegido para ponerlo en práctica sería delicado (…) Las paritarias están en desarrollo. El Gobierno lleva a cabo ajustes impostergables en la economía. Esta semana se producirá la primera huelga de la CTA por las cesantías en el Estado. La aplicación del protocolo deberá ser ejecutada, además, por las mismas fuerzas que desnudaron una impericia enorme cuando tres condenados a perpetua se fugaron de una cárcel de máxima seguridad y anduvieron dos semanas de excursión por el país. No estarán exentas tampoco de seguras provocaciones”.
La “desmemoria” de Van der Kooy le hace “olvidarse” del reciente caso de la murga de niños baleada en el Bajo Flores (CABA), de la represión de esta semana en Merlo que dejó a cientos de familias sin el precario techo que habían logrado construir o de la Federal que este jueves volvió a intentar impedir –por tercera vez en el año- que las Madres de Plaza de Mayo instalen su stand en esa histórica plaza.
Eso, junto a acusar de manera previa –adelantando argumentos a las fuerzas represivas y al gobierno- a los manifestantes de “provacadores”, hacen de la editorial de Van der Kooy, la más reaccionaria de este domingo. En su medallero, se llevaría la de plomo.

El protocolo llegó (hace rato)

Mario Wainfeld dedica una nota al tan mentado protocolo contra la protesta social, presentado esta semana por la “la piba” Patricia Bullrich.
Comparando con el rol que jugó el periodismo durante los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán (2002) y de Mariano Ferreyra (2010) dice el columnista de Página 12 que “la participación activa de cronistas, fotógrafos y camarógrafos contribuyó a que se develaran los homicidios. La Bonaerense cometió los dos de Avellaneda. Y participó junto con la Federal en la muerte de Ferreyra (…) los profesionales de prensa, en esas jornadas aciagas, estuvieron en medio de las refriegas y la violencia. Corrieron por acá y allá, alguna agresión recibieron, se expusieron. Fueron piezas esenciales para que el sistema democrático funcionara tras las violaciones de derechos humanos (….) El Protocolo de Seguridad que anunció la ministra Patricia Bullrich propone, entre otras barbaridades, que las autoridades fijarán dónde deben ubicarse los trabajadores de prensa durante los cortes de calles o de ruta y su eventual represión o dispersión. Esa privación hubiera sido nefasta en los antecedentes históricos que reseñamos y en varios más”.
Añade además que “lo más grave es la intención de subordinar los derechos constitucionales de reunión, de expresión y de peticionar a las autoridades al de transitar el territorio. Hay conflictos entre ellos a menudo y no es sencillo dirimirlos. La medida del gobierno del presidente Mauricio Macri lo resuelve brutalmente, apunta a cercenar garantías constitucionales (…) una omisión estridente es básica. Se ha suprimido la regla de prohibir a las policías que disparen balas de goma o de plomo. La restricción es sensata: la instauraron los gobiernos kirchneristas memorando las masacres de diciembre de 2001 y Avellaneda. Dejarla de lado es una suerte de cheque en blanco, antedatado”.
Es evidente que el protocolo presentado por Macri es una herramienta que plantea un giro reaccionario. El hecho de que otorgue tanto poder a las fuerzas policiales hace que incluso haya gobernadores que lo rechacen. Ayer se conoció que ni Misiones ni Neuquén adherirán al mismo. Así, son 5 las provincias que lo rechazan formalmente.
Días pasados se conoció la reivindicación por parte de figuras del anterior gobierno de su propio protocolo para la protesta social. Sin embargo, más allá de las herramientas legales, la realidad del gobierno de CFK fue la de la represión abierta a muchas luchas. Los trabajadores de Lear y de la Línea 60 todavía lo tienen presente.
La paritaria docente está lejos de haberse cerrado y los gobiernos provinciales ya empiezan a proponer acuerdos cercanos al último pedido presidencial. Los conflictos asoman en el horizonte.
A su vez, la modificación en el mínimo por Ganancias no afecta a millones de trabajadores. La tregua que ofrecen las conducciones sindicales tiene entonces ese condicionante. Aún está por verse que pasará. Pero el panorama no es de idilio y paz.
Esta semana se realizará el primer paro nacional de estatales contra el gobierno de Macri y su ajuste. Miles de personas tomarán las calles en todo el país. El gobierno ya anuncia que verá cómo aplicar el protocolo. Cualquier medida represiva no hará más que hacer crecer la bronca y la resistencia.