Hombre en llamas

Hombre en llamas
Hombre en llamas. Orozco, J.C. Algunos críticos interpretan el mural como una glorificación de los cuatro elementos, otros ven en cada una de las figuras una simbología inherente al hombre mismo: el hombre teológico (que simboliza la tierra), el cual despierta en el mundo y convierte en dioses los fenómenos naturales que no comprende; el hombre metafísico (que simboliza el viento), el cual empieza a tener conciencia, reflexionando sobre la realidad del mundo; el hombre científico (que simboliza el agua), el cual analiza los fenómenos, los objetos, penetrando con su razón en sus esencias. Finalmente el hombre de fuego que debería simbolizar a Prometeo, el que rebelándose a los dioses entregó a los hombres la chispa del fuego, la cual representa al mismo tiempo la razón y la libertad. Así el hombre, ya libre, crea las artes en su constante lucha de superación; el hombre hecho fuego de pasiones, de anhelos de conquistas, pero sobre todo dueño de su vida, de su destino y de sus decisiones.

viernes, 1 de mayo de 2015

Clase Trabajadora y Salud Mental

Una reciente investigación realizada por el Grupo RHUO y la Universidad Abierta Interamericana, da cuenta que un 58% de trabajadores encuestados ha padecido o padece “estrés laboral”, manifestado mayormente en cuadros de “pánico”, “angustia” y “ansiedad”, además de “trastornos gastrointestinales” (que como patologías somáticas suelen estar asociadas en un grado importante a causas emocionales y psíquicas).
Los resultados del trabajo, además, destacan que “los bajos salarios” resultaron ser la principal causa de enfermedades de “estrés laboral”, seguido por “la falta de coherencia entre lo que las organizaciones (empleadores) dicen y hacen”. Asimismo, el 67% de los trabajadores encuestados afirmó que “la situación económica le genera mucho estrés”.
De acuerdo a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) al momento de escribir este artículo, el 75% de la población ocupada no traspasa como “techo” de remuneración salarial la suma de $6500 mensuales (con una canasta familiar que en medio de una espiral inflacionaria bordea los $10.000), mientras que la mitad de dicha población (tanto los trabajadores en empleos formales como informales) ganan menos de $4.040 al mes. 
El mismo informe  da cuenta que el casi 34% de los asalariados (un poco más de 4 millones) trabaja “en negro”; por otro lado, si bien la cifra de desempleo ha bajado al casi 6%, el análisis cualitativo de las propias estadísticas del INDEC habla por sí solo: quienes tienen empleo obtienen bajas remuneraciones, las cuales están a su vez condenadas a una constante depreciación por los embates inflacionarios. Agudizando el aumento de la lupa sobre los datos, quizás se entienda un poco más la contundencia de la huelga convocada formalmente por la burocracia sindical: el 25% de la población trabajadora gana por debajo de $2500 (casi un quinto del valor de la canasta familiar).
Los datos finales coinciden con las conclusiones del autor de la presente nota en el artículo Salud Mental y Clase Obrera Argentina: La Década Insalubre, publicado por la Revista Topía. En el mismo, luego de una investigación realizada, se comprueba el incremento exponencial entre la población trabajadora de licencias psiquiátricas y el autoconsumo de psicofármacos (especialmente ansiolíticos y “tranquilizantes”) durante la última década. La precarización laboral y la superexplotación laboral como fenómeno, suplantando a la desocupación de los ´90 (donde el consumo de antidepresivos prevalecía sobre los ansiolíticos) resultan ser la principal causa de padecimientos mentales y psíquicos entre los trabajadores argentinos. 
El preocupante nivel de automedicación como “solución”  se presenta principalmente entre los trabajadores no registrados, informales o “en negro” (monotributistas, contratados, cooperativistas, etc.), teniendo en cuenta que dichos compañeros no cuentan con la posibilidad de tratamientos en obras sociales ni de licencias médicas contempladas en los Convenios Colectivos de Trabajo. 
La tan cacareada “reactivación del trabajo” se desenvolvió sobre bases de tal extrema precarización y superexplotación laboral que los presuntos “beneficios” al otrora trabajador desocupado terminan deviniendo en un infernal sufrimiento, manifestado en “trastornos” psíquicos y un tendal de síntomas que se ubican en las antípodas de la “felicidad del obrero”. 
La perspectiva de un Gobierno de Trabajadores no resulta garantía absoluta de “felicidad” para la clase obrera, pero sí un alivio no menor al agobio y a la alienación impuesta por la explotación del capital en todas sus formas, aún en las "progresistas".
 Hernan Scorofitz
Prensa Obrera

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